viernes, 27 de junio de 2008
EL LOCO DE LA MARISMA
jueves, 26 de junio de 2008
EL VIAJE ANDALUZ DE CELA
miércoles, 25 de junio de 2008
CARLOS ASENJO SEDANO PUBLICA "BIBRAMBLA MON AMOUR"
P. G. SEVILLA,-ABC, de Sevilla (25 junio 2008)
Carlos Asenjo Sedano advierte que la trama que aborda en su tercera novela -«Bibrambla, mon amour. Crónica de un atentado terrorista»- es pura ficción y que no se ha inspirado en hechos reales. «Se trata de una historia de amor, en la que evito cualquier tipo de ropaje histórico», comenta al respecto este escritor y académico de la Historia, para quien el título de su libro no ha de llamar a la confusión. «He querido rendir un pequeño homenaje a la escritora Marguerite Duras y a su «Hiroshima, mon amour», así como a la plaza granadina donde cada día suelo acudir». Así, y a lo largo de casi cuatrocientas páginas, Asenjo Sedano da rienda suelta a un relato que gira en torno a dos jóvenes -un español y una chica vasco-francesa- que se conocieron y enamoraron en unos cursos de verano para estudiantes de Arte en la Sorbona de París. Al cabo de los años, ambos vuelven a reencontrarse en la plaza Bibrambla de Granada sin saber ninguno de ellos que el otro es miembro de la organización terrorista ETA. «Los dos han venido para cumplir una misión: atentar contra el alcalde de la capital granadina. Entretanto, -prosigue el autor- rehacen su antigua historia de amor, sin sospechar en principio que la organización terrorista pretende acabar con ambos...»
Aunque el tema del terrorismo está presente en su obra, Carlos Asenjo asegura que no es el motivo principal de la trama, en la que el factor policíaco también juega un papel protagonista con el personaje de un inspector que intentará abortar el atentado contra el regidor granadino.
Al igual que su anterior novela -«Y volvieron al paso alegre de la paz»-, Asenjo Sedano vuelve a localizar el escenario de su narración en un ambiente muy próximo a él como son algunos rincones de la ciudad de la Alhambra que aparecen a lo largo de la acción. «No es, en este sentido, una novela granadina -puntualiza-, simplemente las peripecias suceden aquí porque me resulta más cómodo escribir sobre algo que conozco».
Carlos Asenjo Sedano tiene numerosas publicaciones relacionadas con la Historia, especialidad de la que ha sido docente en el transcurso de su vida profesional. El título más reciente dentro de este ámbito ha sido «Nobleza y Heráldica en Guadix», teniendo en su haber, además, una serie de biografías noveladas en las que se adentra en figuras como Abén Humeya o Pedro de Mendoza, sin olvidar el relato propiamente dicho con «Judit».
(Comentario del periódico granadino GRANADA HOY, 27 mayo 2008)
Aunque historiador de profesión y autor de numerosos libros como Nobleza y heráldica en Guadix, la gran pasión secreta del accitano Carlos Asenjo Sedano es la literatura, la novela, la escritura. Ahora acaba de publicar un nuevo libro, Bibrambla mon amour con una trama detestivesca: "Es la historia de un español y una mujer vasco francesa que se conocen en París y se enamoran. Luego se pierden el rastro durante años. Él entra en el Partido Comunista y acaba siendo un elemento de ETA. Ella termina siendo una militante. Mucho tiempo después, se reencuentran en Granada sin saber cada uno que el otro está en la organización terrorista. Han venido para cumplir una misión: atentar contra el alcalde de Granada. De nuevo rehacen su historia de amor mientras cada vez sienten una mayor disidencia hacia ETA, una organización que tiene planeado matarlos".Carlos Asenjo Sedano eligió Granada como escenario de su trama porque es una ciudad que conoce muy bien. "Yo me sentaba con muchísima frecuencia durante los veranos en la plaza Bib-Rambla y ahí escuché unas confidencias que dieron origen a la novela". Anteriormete, Asenjo Sedano había escrito Y volvieron al paso alegre de la paz, una novela ambientada en la Guerra Civil Española, guerra civil que él vivió en su infancia. "Aunque soy doctor en Historia, a mí me gusta estar a caballo tanto en historia como en literatura", comenta. "Siempre he sido un gran aficionado a la escritura". Para él, la llegada de las nuevas tecnologías le ha facilitado mucho un trabajo que antes era lento y meticuloso. "Con el ordenador, ahora se hace mucho más llevadero escribir un libro. Puedes corregir en la pantalla, volver hacia atrás, leer y releer, retocar cosas, cambiarlas de lugar. El ordenador ha facilitado muchísimo la escritura y la forma de hacerla."
POESÍA Y TRAGEDIA DE GUADIX
martes, 24 de junio de 2008
JULIO VISCONTI, ACUARELISTA
ORHAN PAMUK, PREMIO NOBEL 2006
lunes, 23 de junio de 2008
LA PASIÓN, SEGÚN FRAY LUIS DE GRANADA
Fray Luis de Granada es uno de los más brillantes prosistas de la lengua castellana. Confieso una predilección especial por este eminente escritor, por su obra ascética y literaria. Nacido en Granada en 1504, falleció en Lisboa en 1551, donde era Provincial de la Orden de Predicadores, una de sus grandes figuras. Vivió en Valladolid y en Córdoba, donde conoció a san Juan de Ávila, que tanto influiría en su oratoria. “Habló de las cosas celestiales con tanta lindeza, gravedad y fuerza en el decir que parece no quedó nada en esto para mayor acertamiento”, según uno de sus estudiosos. Fray Luis de León, en su prisión, para consuelo de su alma, se hizo llevar su “Libro de la Oración”. Felipe II, durante sus largas estadías portuguesas, nunca se perdía un sermón del granadino, a pesar de encontrarlo “ viejo y desdentado”.
Una de las joyas ascéticas y literarias de Fray Luis de Granada, es su “Vida de Jesucristo”, de la que tomo ocasión para escribir este comentario sobre la Pasión de Nuestro Señor, a propósito de la Semana Santa. De las muchas imágenes de Cristo que se veneran y desfilarán estos días por nuestras calles, pocas tan auténticas como la que se describe en este libro breve, grande por su contenido. “Entre todas las obras de Dios la que sin alguna comparación es mayor sea la Humanidad de Cristo nuestro Salvador, que es haberse Dios hecho hombre por amor a los hombres”, escribe al inicio de este tratado, tomando como pie las Meditaciones de San Buenaventura.
Haremos parada de estación en los puntos que consideramos más sobresalientes de esta Pasión según Fray Luis de Granada, como es la Oración del Huerto, donde el Salvador se prepara para “la conquista de su Pasión”, después de acabar la “misteriosa cena” de aquella noche, donde tantas cosas sobre el amor se dijeron, poniendo frontera entre el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento,” abriendo la puerta a todos los dolores y martirios de su Pasión”. Y a tanto llegó su tristeza, que en su agonía sudó gotas de sangre...
Contempla nuestro autor el rostro herido y sangrante de este Cristo del Huerto, al que habla y dice: “Entiendo, Señor, que vuestra caridad quiere ser la primera en sacaros sangre sin hierro y sin cuchillo, para que se entienda que ella es la que abre camino a todos los otros perseguidores”.
Detienen a Jesús por manos de Judas, “adalid y capitán de la gente armada”.
-“A quienquiera que yo besare, ése es; tenedlo fuertemente”,-avisó el traidor, caído ya como otro Lucifer.
Aceptó el Señor “este beso cruel”, habida cuenta que tenía que beber el cáliz que le dio su Padre, dando paso a la espantada de sus discípulos que lo dejan en desamparo escandaloso, momento en el que” toda aquella manada de lobos hambrientos” arremete contra el Cordero sin mancilla, llevándole entre voces y estruendo, bien atado, al Sanedrín, primero a la casa del malvado Anás, porque era el suegro de Caifás, pontífice ese año. Y de aquí, sentenciado, “podemos inferir cual sería la noche que el Señor allí pasaría en medio de tan crueles sayones”. En cuanto abrió el día, sería conducido en tropel a la casa de Pilatos “acusándole y alegando contra Él mil falsedades y mentiras”, instándole para que firmara su condena de muerte, muerte de cruz por haberse confesado Hijo de Dios y Rey de los Judíos. Bien sabía Pilatos que toda aquella gente le había llevado el preso movida por la envidia, que la acusación nada tenía que ver con el César, que Jesús de Nazareth era inocente; no obstante, hombre calculador y pusilámine, “y temor humano”, lo mandó azotar, pensando que de este modo calmaría el furor de sus enemigos.”Desnudan al Señor de sus vestiduras, átanlo fuertemente a una columna y comienzan a azotar aquella purísima carne y añadir azotes a azotes, y llagas a llagas, y heridas a heridas. Corren los arroyos de sangre por aquella sacratísima espalda, hasta regarse la tierra con ella y teñirse de sangre por todas partes”.
Y no bastó con esto, sino que “tejiendo una corona de juncos marinos, hincáronsela por la cabeza para que así padeciese por una parte sumo dolor, y por otra suma deshonra.”
“Y no contentos con tan doloroso vituperio, vístenle con una ropa colorada, que era entonces vestidura de reyes y pónenle por cetro real una caña en la mano, e hincándose de rodillas dábanle bofetadas y escupían en su divino rostro, y tomándole la caña de las manos, heríanle con ella en la cabeza, diciendo: Dios de salve, rey de los judíos”.
-“Mira cual estaría aquel divino rostro, hinchado con los golpes, afeado con las salivas, rascuñado con las espinas, arroyado con la sangre, por unas partes reciente y fresca, y por otras fea y denegrida. Y como el santo Cordero tenía las manos atadas, no podía con ellas limpiar los hilos de sangre que por los ojos corrían, y así estaban aquellas dos lumbreras del Cielo eclipsadas y casi ciegas y hechas un pedazo de carne. Finalmente, tal estaba su figura que ya no parecía quien era, y aun apenas parecía hombre, sino un retablo de dolores pintado por mano de aquellos crueles pintores y de aquel malvado presidente, a fin de que abogase por Él ante sus enemigos esta tan dolorosa figura.”
Cargó Jesús con el madero haciendo su calle de la Amargura hasta alcanzar la cima del Calvario, hoy escondido entre los muros del Santo Sepulcro, donde, despojado de sus vestiduras, echada a suertes su capa, fue acostado sobre la Cruz y clavados sus manos y sus pies...
-“Cuando el Salvador se viese así tendido sobre la Cruz y sus ojos puestos en el cielo, ¿qué tal estaría su piadoso corazón?¿Qué pensaría? ¿Qué diría en este tiempo?”
-“Fenecido ya con vuestra obediencia el curso de mis días, vuelvo a Vos, no por otro camino que el de la Cruz. Vos mandasteis que Yo padeciese esta muerte por la salud de los hombres. Yo vengo a cumplir esta obediencia y ofrecer aquí mi vida en sacrificio por vuestro amor.”
Como un soberbio imaginero, fue levantada la Cruz con el Cordero herido, al pie su Madre dolorosa, inclinando la cabeza, encomendó su espíritu en las manos del Padre. “Entonces, el más hermoso de los hombres, oscurecidos los ojos y cubierto el rostro de amarillez de muerte, quedó el más maltratado de todos, hecho holocausto de suavísimo olor por ellos, para revocar la ira del Padre.”
-“Y así, después de expirado el Señor, uno de los soldados dio una lanzada por los pechos, de donde salió agua y sangre para bautismo y lavatorio del mundo...”
Colosal pintura, con la brevedad de un comentario, de esta meditación sobre la Pasión del Salvador que nos hace Fray Luis de Granada, insigne religioso y escritor, el más grande de nuestros prosistas castellano, granadino formado a la sombra de la Alhambra y del monasterio de Santa Cruz la Real. Bueno para recordar y meditar en estos días grandes de la Semana Santa.
José ASENJO SEDANO
jueves, 19 de junio de 2008
PICASSO, GENIO Y LOCURA
Contó Cesar González Ruano a Manuel Alcántara que, cuando conoció a Pablo Picasso, le defraudó por completo. Lo encontró tozudo y rencoroso. Alcántara, malagueño de talento, recuerda que cuando murió el pintor, le dedicó un artículo con el título, “La mano izquierda de Picasso ya no tiene envidia”. Picasso, que recibió su apellido genial de su madre de origen italiano, su gran herencia, la última vez que estuvo en Málaga fue en 1934. Tenía Alcántara seis años y lloró siempre el derecho que tenía de haberle conocido. “Mi genio robado”, sería el título de su postrer artículo recordando esa visita.
He buscado en otro autor, Ramón Gómez de la Serna, quien le visitó en París (1916) en su pequeño hotel de la rue Victor Hugo, el impacto de su encuentro. Ya había pasado la furia del cubismo (1913) y, el genio, lo esperaba mañanero en la puerta de su casa vistiendo un mono azul impoluto, sin una mancha. Cuenta Ramón que más que un pintor, se encontró con un mecánico dispuesto al milagro de la compostura, de la pieza nueva, de la charnela que hiciera andar el coche averiado...Y dice, a propósito, que Picasso “automovilizó la pintura, la vio correr, presentarse, atropellar, volver en panne a su chamizo para, después de haber arreglado la avería de siglos, encargarse de las nuevas catástrofes.” Fue esa la emoción que sintió el escritor memorable contemplando en su taller, más que estudio, el mundo variopinto del pintor, sus viejas pinturas, la talla de un cristo pavoroso al pie de la escalera, cuadros vueltos a la pared que el pintor se apresuró a poner de cara, un frutero de mármol simbólico, de alabastro, seguramente recuerdo de su casa familiar de Málaga.
Pablo tuvo la suerte de aprender a pintar de su padre, el profesor José Ruiz Blasco que, antes que su hijo, ya pintaba orlas en la pared y palomas blancas en los abanicos. Las mismas palomas que volaban en los sueños del pintor. Sus palomas de la paz o del viento, de carne o de plumas. De fino trazo. Como aquellas guitarras que recordaba de los escaparates de la Málaga de su niñez, que él quiso reinventar en aquellas cajas de música de cartón, que Ramón viera en su taller, a las que Jean Cocteau llamaba las guitarras absurdas de Picasso...
Ramón Gómez de la Serna volvió a encontrarse dos veces más con Picasso, en la Rotonda, modesto bar de cocheros, cuenta, dónde solían acudir pintores como Modigliane, siempre borracho, Ortiz de Zárate y también Picasso bajo un sombrero hongo, extravagante, acompañado siempre de alguna bella señorita. Más tarde, sería en Pombo, en Madrid, donde se le preparó una cena triste y memorable a la que no acudió casi nadie porque nadie le conocía, y en la que el pintor, no obstante, procuró estar alegre y lo más simpático posible. Al día siguiente se iría Paris, con los ballets de Diagheilev, seguramente para no volver...
Conoce a la bailarina rusa Olga Koklova, aristócrata, hija de un general, quien se presentara al pintor diciendo que es sobrina del mismísimo Zar. Se enamoran y se casan en una iglesia de París por el rito ortodoxo, boda en la que firman como testigos sus mejores amigos: Max Jacob, Jean Cocteau, el poeta Apollinaire....”Fui legalmente la esposa de Picasso, con el que conviví doce años y, como a casi todas, me abandonó. Di a luz su primer hijo, Pablo.”
Pero es gracias a este encuentro con Olga, lo que lleva a Picasso a los ballets del famoso Diaghilev y a convertirse en el autor de sus figurines y decorados. Es así como en julio de 1919, en el Alhambra Theatre de Londres, con coreografía de Leónide Massine, se estrella el ballet de “El Sombrero de Tres Picos”, libro de Pedro Antonio de Alarcón y música de Manuel de Falla, uno de sus mayores éxitos. Es la primera vez que vemos a Picasso con un tema granadino, inicio de la llamada Fantasía Bética.
Abandonada Olga Koklova, fallecida en 1955, Picasso termina casándose con Jacqueline Rocque, mucho más joven que él, convirtiéndose en su todo para el pintor. Era una mujer pequeña, menuda, siempre acicalada, abnegada, secretaria, mensajera, amante, ama de llaves, enfermera...Se casarían en 1961, vivían en una casa situada en un monte sobre Cannes, donde esta mujer intentó alejar al pintor de sus muchos y perniciosos amigos.
El año de ese casamiento, el pueblo de Vallauris organizó una fiesta, la más grande que se haya hecho en honor de Picasso, que cumple 80 años. Más de cuatro mil invitados de todo el mundo y más de seis mil curiosos. A la tarde se ofreció una corrida de toros a la manera española. Allí estaban algunas de sus mujeres, sus hijos y sus nietos. Picasso estaban radiante, vigilado por Jacqueline. A la noche hubo una verbena a la que no faltó nadie. Picasso, cuentan, bailó y cantó hasta el amanecer. Fue entonces cuando su amigo Andre Malraux, ministro de Cultura de Francia, le puso de malhumor pidiéndole en medio de aquella fiesta totalmente española, que se nacionalizase francés. Fue el tostón de aquella noche....Irritado, Picasso le contestó: “ Nací en Málaga y aprendí a pintar en La Coruña, en Barcelona, en Madrid. Y pinté Guernica. Nunca podré ser francés. Nunca.”
Y así fue: “Español sin remedio”, como diría Gabriel Celaya. Español hasta la muerte. “Español en la tierra, el cielo y el infierno”.
El 8 de abril de 1973, con 92 años, falleció en su residencia de Monpins Notre Dame de Vie.
José ASENJO SEDANO
miércoles, 11 de junio de 2008
CARLOS ASENJO SEDANO, NOVELISTA
LOS hermanos Asenjo Sedano, (el mayor Carlos, el menor José), quedaron para siempre marcados por el impacto de nuestra desdichada guerra civil. Cuando estalló la sublevación militar -aquel aciago verano de 1936-, ambos eran muy niños, pero con edad suficiente, si no para comprender, sí al menos para memorizar aquel caos de sangre y horror que les tocó presenciar. Fruto de aquellas vivencias son varios libros de José -uno de ellos, 'Conversaciones sobre la guerra', premiado con el Nadal- y la novela de Carlos 'Y volvieron al paso alegre de la paz', recientemente publicada por la editorial Arial. La obra, con el título tomado de uno de los versos del 'Cara al Sol', el himno triunfalista de los casi cuarenta años de dictadura franquista, nos cuenta la vida y vicisitudes de una familia de la nobleza andaluza, los Fernández de Córdoba, anclada en un poblachón, cuyo nombre no se nos dice en el libro, pero que en todo coincide con el bello y arcaico Guadix de nuestro autor, durante una de las épocas más conflictivas de toda la historia de España: antes, durante y después del sangriento conflicto, ya aludido. Esta familia, descendiente de gloriosos nobles castellanos, que sirvieron con lealtad y valentía a Isabel la Católica en la reconquista del reino de Granada y al Gran Capitán en las guerras de Italia, cuando comienza la novela sólo es un viejo y esperpéntico fósil de lo que antaño había sido. Atrincherada en su viejo y decadente palacio, todo él lleno de pergaminos y recuerdos -la gente lo conoce por el Palacio Encantado- vive olímpicamente ajena a la realidad española del momento. Sus tres moradores principales, una madre y dos hijos educados a su imagen y semejanza, llevan en sus cuerpos el estigma de la degeneración y decadencia familiar: ella tuerta y ellos, uno tuerto y el otro cojo. Las muchas ínfulas y no menos pergaminos, así como los prejuicios de clase y el viejo lema familiar de Dios, Patria y Rey, repetido generación tras generación, suplen con creces las deficiencias físicas de la familia. Pero, ay, el 14 de abril de 1931 se proclama la República y, con ella, comienza para nuestros tres protagonistas un largo calvario que culminará en el verano de 1936 cuando don Gonzalito, el primogénito de la familia, después de unirse a las fuerzas sublevadas contra la República, es condenado a muerte y fusilado por un tribunal popular. La madre, doña Constanza, recibe la noticia con la misma adustez con que Felipe II recibió la del fracaso de la Armada Invencible. El otro hijo de la familia, don Ciprianín, segundón y tuerto, ha logrado, junto con otros enemigos de la República y varios guardias civiles, abrirse camino y llegar hasta Granada, en poder de los sublevados. Mientras ellos huyen, el pueblo se sumerge en un mar de sangre. Incendios y asesinatos se suceden. Las únicas personas que hubiesen podido poner coto a tales excesos han muerto defendiendo a los sublevados o han huido. Comienzan a faltar los alimentos y hay que organizar el frente. La guerra se alarga, pero al final, la colosal ayuda de Alemania e Italia, así como la cobardía de las llamadas democracias, deciden la victoria a favor de los sublevados. Los que en verano de 1936 se marcharon huyendo por trochas y veredas vuelven triunfantes en la primavera del 39 hablando de laureles y cantando el 'Cara al Sol'. Entre ellos llega don Ciprianín, el tuerto, que ahora es teniente del ejército rebelde. ¿Puede decirse que ha llegado por fin la paz? El título del libro así lo hace pensar, pero la realidad es muy distinta. Asesinatos, campos de concentración, juicios sumarísimos y, por si fuera poco, más de medio millón de españoles, que han tenido que tomar el duro camino del exilio. Entre ellos, aunque no se dice en el libro, lo mejor de la intelectualidad española.Don Ciprianín se instala en el Palacio Encantado y, después de repintar sus blasones, dedica su vida a la educación de su sobrino Gasparín -el hijo del llorado don Gonzalito- y a la visita de los prostíbulos. El autor pone su énfasis en mostrarnos los entresijos de la educación del niño -una educación muy especial que pronto terminará dando sus desastrosos frutos- a la que dedica numerosas páginas. Todas las mañanas, a pie firme y sones de la marcha real, tío y sobrino izan la bandera en el patio del palacio y todas las tardes la arrían con la misma música. Surge, en medio de este clima de añoranzas y falsas glorias militares, que rozan el esperpento, una historia de amor y dolor que culmina con la muerte, a manos del niño Gasparín, de uno de los personajes secundarios de la novela y la boda, tras sufrida penitencia, del protagonista con la
martes, 10 de junio de 2008
PINTURAS DE JOSÉ CARLOS ASENJO
José Carlos, además de sus pinturas y paisajes, es tambien un magnifico caricaturista, del que presentamos aquí algunas de ellas sobre personajes conocidos,como Obama, Elena o Indurain.
Son muchas y variadas las caricaturas en linea o en color, rápidas o reposadas, que José Carlos puede realizar, siendo, sin duda, un maestro en este arte del retrato sicológico, audaz y dificil.
Remitimos a los interesados a su blog donde se puede contemplar parte de su trabajo en permanente superación.
viernes, 6 de junio de 2008
LA EXTRAÑA PRESENCIA
martes, 3 de junio de 2008
"BIBRAMBLA, MON AMOUR"
Artículo publicado en el periódico IDEAL, de Granada, el día 2 de junio de 2008, por el autor de la novela "Bibrambla, mon amour", Arte Impresores, Granada, 2008, Carlos ASENJO SEDANO.
* LOS conocí a ambos en un curso de verano en la Sorbona. A él, porque era un compatriota que asistía a mis mismas clases, Literatura y Arte francés del siglo XVIII, y con el que, por distintos y complicados motivos políticos, acabé por tener gran intimidad y no pocas complicidades no siempre confesables... A ella, Odile, también alumna del mismo curso, porque era una francesa deslumbrante, amiga y algo más, a la sazón, de mi compatriota. Luego sabría que ella, Odile, era vascofrancesa. Ellos, más entretenidos en su romance a la francesa, prestaban poca atención al estudio, por lo que mi compañía era más bien esporádica. Pero la belleza de Odile era de tal calidad, tan refinadamente francesa, que nunca la pude olvidar, si es que dejé de desearla alguna vez Porque era de esas mujeres que, vistas una vez, jamás se olvidan.Y pasaron los años, y con los años llegaron todas aquellas revoluciones encubiertas que transformaron la sociedad española lo mismo en lo político que en lo social, como sucedió igualmente en toda Europa y también en todo el mundo. Y un verano que, como de costumbre, a media mañana tomaba café en una de las cafeterías de la plaza de Bibrambla, inopinadamente me tropecé con mi antiguo condiscípulo que, unas mesas más allá, también tomaba café en compañía de una mujer, algo madura, que tardé unos minutos en reconocer como aquella Odile de la Sorbona, ahora quizá un poco más sofisticada pero igualmente deslumbrante. Y ambos, mi amigo y la francesa, tan acaramelados como antaño, por lo que no quise estorbarles el idilio, yo parapetado tras mi periódico. Hasta que ella se marchó y yo, entonces, abordé al viejo compañero, con el que, desde entonces, tuve, reservadamente, muchas confidencias, acaso debidas al miedo que lo embargaba.En definitiva, me confesó, quizá buscando alguna protección en mi amistad, que era agente de ETA, y que estaba en Granada con una doble misión. Una, controlar a Odile, aparecida inesperadamente en escena como otra agente de ETA, sin que él supiera, en principio, este dato. Y segundo colaborar, desde la distancia, en la preparación de un atentado contra una autoridad de Granada, que por los indicios parecía ser el alcalde, al mismo tiempo que, con la tapadera de aquel atentado, nos deshacíamos de la agente, madame Vincent, Odile, y de su hijo, que venían actuando de una manera indisciplinada, con objetivos, como éste de Granada, no del gusto de la Cúpula, y justificado por las gentes de madame Vincent en razón a que un guardia civil de Granada, en un tiroteo en Fuenterrabía, se había cargado al hijo mayor de Odile, también miembro activo de ETA, aunque también el guardia civil había muerto en ese enfrentamiento. Por eso la venganza tenía que cargarse sobre sangre granadina.Pero mi amigo, cuyo nombre omitiré por razones obvias, estante en Granada bajo la capa de corresponsal del diario parisino 'Le Monde', se le adivinaba empapado de miedo y precauciones, ya que, me contaba, últimamente, se le venía haciendo el encontradizo, con cualquier pretexto, el comisario de policía Ramírez, quien aprovechaba la ocasión para preguntarle esto y lo otro sobre su amiga, la madame Vincent, insinuándole, al descuido, que la pasma tenía algunos informes sobre su estancia y propósitos en Granada, pero a cuyo hijo no acababan de localizar, siendo éste, como bien sabían, la punta de lanza del comando. Y sin que, por otra parte, se atreviera la pasma a abordar a la francesa, siendo como era francesa, y venir muy respaldada y acreditada lo mismo por la Embajada de Francia que por las autoridades españolas. Por lo que Ramírez acabó rogándole a mi amigo su colaboración para escarbar en los interiores de madame Vincent, y, por ahí, tratar de llegar a su hijo, incluso recurriendo Ramírez a razones patrióticas -«como buen español que sabía que era»- no sólo para poder controlar al comando terrorista sino, si podían, detenerlo, evitando así que culminaran su proyectado atentado en Granada, seguramente en la persona del alcalde u otra autoridad de relieve, quizá acompañado de una masacre indiscriminada, para lo cual, Ramírez estaba seguro que la llave o la pista a seguir era la de madame Vincent, Odile, aprovechando mi amigo sus intimidades amorosas con la francesa «Porque, como le argumentaba Ramírez, si uno consigue meterse en la cama de una mujer, ahí ya no hay secreto que no se abra y se explicite hasta sus más profundas raíces; ¿ vaya, insistía Ramírez, que una mujer en la cama es el libro más abierto y expresivo!..,Y, usted, mi querido corresponsal, bien entiendo que tiene paso franco en esa cama »Pero mi amigo rechazaba el supuesto del inspector, ya que su intimidad, decía, no llegaba a tanto. Aunque al mismo tiempo entendía las razones de Ramírez, por lo humanitarias y patrióticas, pero el amor que le había renacido, y quizá enloquecido de nuevo por Odile, le prohibían hacerle cualquier faena o traición a la francesa, 'mon amour'.Y entonces fue cuando Ramírez, sibilinamente, acaso por vía de chantaje, le dio a entender a mi amigo que también tenían alguna información sobre su corresponsalía de 'Le Monde' en Granada. Y que si no quería colaborar, él, Ramírez, se vería obligado a jugar otras cartas ¿Cuáles?... ¿Acaso Ramírez conocía algo de su relación con ETA?...Por eso mi amigo estaba ahora tan preocupado como asustado, sin saber con certeza cómo jugar sus cartas para tratar de salvar a Odile, pero también para evitar que el atentado en cuestión, ya en fase de preparación muy avanzada -para el Día de la Patrona- se consumara, y de esta forma desaparecer todos, cada uno por su lado, del escenario granadino... Cuando, hete aquí, que para complicar más sus preocupaciones, Odile, muy enmascaradamente, le dio a entender que para ella no era un secreto el papel y la misión del corresponsal de 'Le Monde' en Granada. Y que por el amor que siempre, y ahora más, le tenía, le aconsejaba a mi amigo que se guardase de unos y de otros, de propios y extraños, es decir, de ETA, pero también de Ramírez, porque pudiera ser que en el ya cercano atentado contra el alcalde, además de esta víctima, acaso marginal, se buscara principalmente deshacerse de colaboradores maketos no del todo fiables para la causa.Por eso, ahora, mi amigo estaba doblemente asustado. No sólo por Odile, tan enamorado de ella, como por su propia vida, sabiendo como se las gastaban sus jefes. Y así ya tenía la certeza de que sobre su persona, ahora, gravitaban no sólo los ojos de Ramírez sino otros desconocidos de algún agente de ETA, quizá los de la misma Odile , aunque no lo creía. ¿Y la máquina que tenía que acabar con el alcalde, y posiblemente también con Odile y con él mismo, dando señales de estar en movimiento¿ .Por eso mi amigo, aquellos días, cuando desapareció del escenario granadino con Odile a su vera, estaba tan asustado, sin que yo pudiera imaginar como escapó de la ratonera en que se había metido. Pero, unos meses después, me lo tropecé en Londres, y allí me contó el desenlace de esta historia que, por otra parte, ustedes, si les interesa, pueden leer en mi libro 'Bibrambla, mon amour'.