viernes, 27 de junio de 2008

EL LOCO DE LA MARISMA


Le llamaban el loco, el loco de la marisma. Siempre estaba perdido, con los brazos en cruz, esperando remontarse cualquier día.
-¡Eh, loco!

Y él echaba a correr, perdiéndose como un perro en la maleza.

Hacia el confín, una cresta de nubes. Más allá, el río, las velas de un barco batidas por el viento, que hacía sonar su sirena.

Corrió para ver pasar el barco y oir su silbato. Un barco enmedio de un mar de arena. El Guadalquivir se abría cálido, azulado, tierno como una fruta. Todas las aves se echaban a volar cuando el loco gritaba y daba salto queriendo imitarlas, volar como ellas. Su afán era parecerse a la malvasía, al flamenco o a la espátula. Se metía en las aguas y las espantaba aspeando, a brazadas con la espuma...

-¡Loco!

Levantaba la vista, buscaba entre las dunas y no terminaba de saber quién lo llamaba. La marisma era como una nube en un espejo.

Contando con los dedos, decía que a todo hombre, al nacer, se le mete un pájaro en el pecho.

-Mira,-decía poniéndose la mano en el pecho,- mira como empolla...

Se quedaba unos minutos oyendo los latidos de su corazón.

-Loco, eso que sientes es el corazón...
Se irritaba: ¡No,no,no!
-Es la cría de la golondrina...

Volvía a contar con los dedos.

-Primero somos peces...

-Luego reptiles...

-Después, mamíferos...

-Luego nos hacemos hombres...

-Al morir, nos convertimos en pájaros...

-De pájaros, pasamos a nubes...

-De nubes a candela. Candela es lo último...

-Candela,-repetía, tocándose la tetilla izquierda.

-Loco, ¿qué pájaro tienes tú ahí dentro?

-¿Aquí? Un correlimos. No, un archibebe. ¡Un zarapito!

Subió la marea y se borró la playa fluvial. Deslumbraba el océano, haciendo palpitar las olas en la escollera. Un día rompió en los meandros un buque francés, que está escorado. Se quedó acostado en la arena.






Vino el guarda del coto y se sentó en la sombra de un pino. El loco, sentado a sus pies, jugaba con los cachorros del guarda forestal, revolcándose en la arena. Contó el guarda que hacía años, el rey don Felipe IV cazó novillos en la marisma. El rey le metió al toro una bala en la testuz: la fiera se quedó muerta, con los ojos coralinos. No se le veía la sangre.

El loco se puso de pie y disparó su escopeta invisible.

-¡Pum, pum, pum!

El rey se fue luego tan campante, a caballo, hacíendose aire con su sombrero de plumas...

El loco se puso a trotar en la arena, seguido de los cachorros, que no cesaban de ladrar...

El guarda (que todo lo sabía) contó cómo don Francisco de Goya, pintó aquí a la duquesa de Alba vestida de mariposa...

Lejos se vio de repente el aleteo de un abanico que se abrió y se plegó en la charca. El sol salía rojo sobre un galón de nubes doradas. Volaron avutardas y alcotanes. El loco trató de seguirlas dando gritos, saltando por la arena.
Testuces milenarias emergían de las dunas.


A la noche, los pinos marineros chillaban enloquecidos. Pájaron fantasmas volaban descarnados, sin plumas, negros sobre los arenales. El loco no sabía donde meterse. La tierra era como un gran cementerio de repente vivo, poblado de buques silenciosos, gamos y aves de sueño, de novillos heridos y guardas de mirada oscura y siniestra...

Brillaban las estrellas. Ladró con pena un perro famélico. El loco se cogió al ladrido como a una tabla de salvación. Antes sus ojos desfilaron aquellos reyes, duques y marqueses de los que siempre estaba hablando el guarda de los cachorros y del Land Rover...

-¿Sabe usted una cosa? Solo vuelan los corazones enamorados, los otros, no...

El cielo se fue estirando. Nacía la marisma. Regresaban las zancudas de volar sonrosado. Viajaban millares de ánsares. Se hacía la luz naciendo del río...


El loco fue dejando en la arena un camino de pasos. Se apretaba el pecho. Le brincaba de gozo el pájaro de su corazón. Sentía en su boca una brasa que le enloquecía. Aquel pájaro loco le mordía la lengua con picotazos de tijera...

-Pájaro... Nubes...Candela...

Alguien vino sobre un caballo de rabia armado con un arcabuz de fuego. Le brillaban las espuelas cada vez que las clavaba en la piel del caballo. El bandido se parecía a aquel rey que desjarretó un novillo huyendo por la charca. Se echó el arma a los ojos, y le gritó ¡loco! y le clavó una bala entre los ojos...Toda la marisma se llenó de gritos, de vuelos y de carreras de animales sorprendidos... Gritó don Francisco de Goya ante la patética aparición de la duquesa en lágrimas llevando en sus brazos el cuerpo sangrante de su lulú moribundo... Fue entonces cuando el loco notó que se le abrían las alas y que por fin sobrevolaba la marisma, que era pájaro y nube y luego sol, como una estrella... Cada vez más alto, más águila, más halcón peregrino...

El bandido cruel y traicionero, después de mirarle a los ojos, huyó de la marisma clavando en la piel del caballo su espuela asesina y dorada...


José ASENJO SEDANO


Cuento escrito por su autor el año 1989, publicado en el libro "Cuentos de exilio", Colección Alhucema, ALMERÍA, 1995. Publicado también en otras colecciones, revisado para esta ocasión.




jueves, 26 de junio de 2008

EL VIAJE ANDALUZ DE CELA




Cuando Camilo José Cela recibía en Estocolmo el Premio Nobel, como homenaje a España, se oían de fondo los sones de "El Sombrero de tres picos", de Manuel de Falla.

Cela, que había recibido sus primeros alientos literarios de la malagueña María Zambrano en sus tertulias y tés de la su casa de la Plaza Conde de Barajas, en Madrid, volvió a encontrarse, en altura de paréntesis, con la presencia universal y siempre mística de lo andaluz. De lo andaluz en Estocolmo.

No sé si su primer encuentro o su primer viaje andaluz fue ese que me contaba Perceval, cuando decía que Cela, como Lorca, vivió de niño en Almería donde su padre fue funcionario en la Aduana y su madre inglesa (y esto se lo he oído al propio Cela) fue campeona de tenis.

La verdad es que la irrupción de Cela en Andalucía, en la mitad de Andalucía, lo hace del brazo de su "Primer Viaje Andaluz", libro que allá por los setenta publicó Noguer y que supone para Cela la tentativa -prueba de fuego- de alcanzar lo que otros tampoco consiguieron. Puede que este temor al fracaso sea la causa de que este relato no tenga la lozanía y el buen andar y yantar que hizo famoso su Viaje a la Alcarria, Desde la venta de Cárdenas o Puerto Lápice contemplaría, no sin temor, la anchura y hasta el confín de Andalucía, confesando asombrado que le resultaba "rara" y "hermética".
Para aviso de lectores, andaluces sobre todo, confiesa "que es un hombre
de otras latitudes, de diferentes paisajes, de distintos amaneceres y atardeceres, de vario y dispar color pintándose -como en los cuadros de los pintores-sobre las casas y sobre el cielo, en las copas de los árboles y en el sedoso pelo de los animales..."

Dice que el Sur "es luminoso y atroz, cálido y esmaltado, brillador y cegador como el fuego que arrasa los bosques y pone en huída a las alimañas..."

Tal vez por eso se siente "punto menos que héroe cuando se levantó para tomar el camino del Sur..."


Aparte sus apuntes geniales, porque nadie a estas alturas puede dudar de la categoría de Cela, no consigue en el alma de este pueblo de fábula que tuvo en Luis Berenguer, gallego y andaluz, acaso su más ferviente discípulo, uno de los más grandes conocedores. Andalucía le resulta a Cela demasiado abierta como para entrar y salir libremente por ella. Es tierra trillada. Tierra proclive al tópico, lo que le hace sentirse cauto, intentando descubrir en cada piedra, en cada muro, en cada arroyo, la Andalucía típica que seguramente no encuentra. Todavía hasta Úbeda, hasta Baeza, hasta los olivares machadianos, "color de bronce viejo", se siente seguro, porque estas tierras son todavía La Mancha. Es en Marto donde cree ya encontrar "el grácil tacto luminoso y el albo mágico aroma de Andalucía..." Luego será en Priego y en Lucena, donde volverá a tener la misma sensación y hablará de la "quieta y aromática presencia de Andalucía que huele, misteriosamente, a tierra y azahar, a paz y sobresalto, a toro negro y roja carne de membrillo..." El membrillo de Puente Genil.

Cabra, Montilla, Córdoba, Écija, Osuna, Carmona, Sevilla... Sevilla, "dama de singular belleza", sabiamente vista por Cervantes... Se rinde el escritor vagabundo ante la "traza antigua y prócer, de rendida y discreta cortesía", de la ciudad...

A uno, la verdad, le encantó esa presencia mítica y universal de lo andaluz en el corazón de Estocolmo y del mundo, donde también fueron proclamados universales un Juan Ramón Jiménez y un Vicente Aleixandre, andaluces como ríos caudalosos a su mar...

Y así, en ese dudoso caminar del escritor que por prudencia tal vez no quiso repetir viaje, le dejamos alejarse hacia el Guadiana fronterizo, dónde, certero como siempre, se detiene atraído por el vuelo rasante del zorzal, que es pájaro que se viste de estameña, y del palomino jazmín, con el pecho de nieve...

Todo lo demás, sorprendido, son los esteros desde Ayamonte a la mar...


(Artículo de José ASENJO SEDANO, publicado en ABC, de Sevilla, el 3o de noviembre de 1991).

miércoles, 25 de junio de 2008

CARLOS ASENJO SEDANO PUBLICA "BIBRAMBLA MON AMOUR"



P. G. SEVILLA,-ABC, de Sevilla (25 junio 2008)





Carlos Asenjo Sedano advierte que la trama que aborda en su tercera novela -«Bibrambla, mon amour. Crónica de un atentado terrorista»- es pura ficción y que no se ha inspirado en hechos reales. «Se trata de una historia de amor, en la que evito cualquier tipo de ropaje histórico», comenta al respecto este escritor y académico de la Historia, para quien el título de su libro no ha de llamar a la confusión. «He querido rendir un pequeño homenaje a la escritora Marguerite Duras y a su «Hiroshima, mon amour», así como a la plaza granadina donde cada día suelo acudir». Así, y a lo largo de casi cuatrocientas páginas, Asenjo Sedano da rienda suelta a un relato que gira en torno a dos jóvenes -un español y una chica vasco-francesa- que se conocieron y enamoraron en unos cursos de verano para estudiantes de Arte en la Sorbona de París. Al cabo de los años, ambos vuelven a reencontrarse en la plaza Bibrambla de Granada sin saber ninguno de ellos que el otro es miembro de la organización terrorista ETA. «Los dos han venido para cumplir una misión: atentar contra el alcalde de la capital granadina. Entretanto, -prosigue el autor- rehacen su antigua historia de amor, sin sospechar en principio que la organización terrorista pretende acabar con ambos...»
Aunque el tema del terrorismo está presente en su obra, Carlos Asenjo asegura que no es el motivo principal de la trama, en la que el factor policíaco también juega un papel protagonista con el personaje de un inspector que intentará abortar el atentado contra el regidor granadino.
Al igual que su anterior novela -«Y volvieron al paso alegre de la paz»-, Asenjo Sedano vuelve a localizar el escenario de su narración en un ambiente muy próximo a él como son algunos rincones de la ciudad de la Alhambra que aparecen a lo largo de la acción. «No es, en este sentido, una novela granadina -puntualiza-, simplemente las peripecias suceden aquí porque me resulta más cómodo escribir sobre algo que conozco».
Carlos Asenjo Sedano tiene numerosas publicaciones relacionadas con la Historia, especialidad de la que ha sido docente en el transcurso de su vida profesional. El título más reciente dentro de este ámbito ha sido «Nobleza y Heráldica en Guadix», teniendo en su haber, además, una serie de biografías noveladas en las que se adentra en figuras como Abén Humeya o Pedro de Mendoza, sin olvidar el relato propiamente dicho con «Judit».





(Información de ABC, edición de Sevilla, 25.6.2008)



















El escritor accitano Carlos Asenjo Sedano.
(Comentario del periódico granadino GRANADA HOY, 27 mayo 2008)


Aunque historiador de profesión y autor de numerosos libros como Nobleza y heráldica en Guadix, la gran pasión secreta del accitano Carlos Asenjo Sedano es la literatura, la novela, la escritura. Ahora acaba de publicar un nuevo libro, Bibrambla mon amour con una trama detestivesca: "Es la historia de un español y una mujer vasco francesa que se conocen en París y se enamoran. Luego se pierden el rastro durante años. Él entra en el Partido Comunista y acaba siendo un elemento de ETA. Ella termina siendo una militante. Mucho tiempo después, se reencuentran en Granada sin saber cada uno que el otro está en la organización terrorista. Han venido para cumplir una misión: atentar contra el alcalde de Granada. De nuevo rehacen su historia de amor mientras cada vez sienten una mayor disidencia hacia ETA, una organización que tiene planeado matarlos".Carlos Asenjo Sedano eligió Granada como escenario de su trama porque es una ciudad que conoce muy bien. "Yo me sentaba con muchísima frecuencia durante los veranos en la plaza Bib-Rambla y ahí escuché unas confidencias que dieron origen a la novela". Anteriormete, Asenjo Sedano había escrito Y volvieron al paso alegre de la paz, una novela ambientada en la Guerra Civil Española, guerra civil que él vivió en su infancia. "Aunque soy doctor en Historia, a mí me gusta estar a caballo tanto en historia como en literatura", comenta. "Siempre he sido un gran aficionado a la escritura". Para él, la llegada de las nuevas tecnologías le ha facilitado mucho un trabajo que antes era lento y meticuloso. "Con el ordenador, ahora se hace mucho más llevadero escribir un libro. Puedes corregir en la pantalla, volver hacia atrás, leer y releer, retocar cosas, cambiarlas de lugar. El ordenador ha facilitado muchísimo la escritura y la forma de hacerla."







l escritor e historiador Carlos Asenjo Sedano, de Guadix, con residencia actualmente en Granada, es colaborador habitual del periódico "Ideal", de Granada, donde publica extensos comentarios de caracter histórico. Sus artículos son ampliamente comentados y cuenta con un selecto círculo de lectores dentro de la capital y provincia. Son conocidos sus investigaciones y libros históricos, como la "Catedral de Guadix" y "La sociedad y esclavitud en el reino de Granada en el siglo XVI", entre otros muchos. Carlos Asenjo Sedano es doctor en Historia y miembro correspondiente de la Real Academia de la Historia. Hijo Predilecto de Guadix, entre otras distinciones.





















POESÍA Y TRAGEDIA DE GUADIX





Con ocasión de haber visitado el estudio del poeta Rafael Guillén, tuve en mis manos cuatro de los libros de José Asenjo Sedano. El primero, sobre paisajes, había sido publicado en la Universidad de Sevilla hace años, y me confirmó lo que esperaba de este sorprendente escritor al que había leído, en "Ideal", sus "Crónicas de Andalucía la Baja". Aquel primer libro lo leí, allí, en el estudio de Rafael. Por su elegancia, sobriedad y justeza, por su visión poética dificil de igualar, hacen ver en el escritor -que había nacido en Guadix- una de las ciudades más sorprendentes y de más contrastes del Mundo, la revelación entre los escritores andaluces de hoy. Este primer libro, cuando lo reclamé por medio de mi habitual librero, resulta que estaba agotado. Pude hacerme, en cambio, de otros tres de Asenjo Sedano, "Los guerreros", "Crónica" y "El Ovni", los tres libros publicados en Barcelona, en "Áncora y Delfín" y que por indudable "valor de página" del escritor había hojeado en casa de Rafael y, al fin, tengo en mi poder.


Me ha emocionado y, en el caso de "Crónica", estremecido, cosa que con pocos libros me ha ocurrido. Y no con muchos paisajes y ciudades. Por algo el gran escritor accitano, el paisano de Pedro Antonio de Alarcón, recoge una opinión en que, por el paso de su historia, compara a Guadix con Atenas.


Ahora voy a decirte, amigo lector, qué es esto del "valor de página". Un libro puede ser excelente con su construcción y proyecto, por su estructura como la de una catedral, en un Thomas Mann, el propio Quijote; el mismo José Asenjo Sedano ante la propia concepción de sus obras como "Crónica", que aparte de la vida de una familia y el enfoque más personal y trágico de la guerra civil es como la esencia de una ciudad como Guadix. "Valor de página" es algo independiente en la construcción. Porque ocurre con el autor de "Crónica", igual que si tuviéramos en las manos un collar de perlas, o un pectoral egipcio o de tartessos: que su valor, su belleza única, igual que nos sobrecoge si vemos estas joyas en su conjunto, que si tenemos entre nuestros dedos las perlas, los escarabeos, las rosas de oro o de plata trabajadas, los brillantes...Y es con las joyas de la literatura y de la poesía sucede igual: su valor estético y humano, su poesía, el sorprendente análisis de los personajes, la presencia de una ciudad o los cambios de un paisaje se encuentran no sólo en el conjunto del libro cuando desde la primera página hasta la última te vas forzando en leerlo una noche de un tirón, lo abras por donde lo abras, que así tomé contacto en casa de Guillén con los libros de José Asenjo Sedano.Igual sucede con Edgar Allan Poe, o en "Pobres gentes", de Dostoieveski, o con "Las ratas", de Miguel Delibes. Entonces el libro se convierte en una ventana o un espejo.


................


Terminamos con un párrafo: El pensamiento del personaje central en un de sus momentos más terribles del relato:


"Acaso la muerte sea esenacer de nuevo en otra parte. Nacer y morir, ese ritmo de las cosas. Desnudarse la vida y vestirse de la muerte para, enseguida, volver a vestirse de nuevo...Lo mismo que la mariposa, o que la flor caída del fruto: de nuevo semilla, flor, fruto...Acaso la muerte no existe y sólo somos un ciclo constante de lo eterno, un eslabón,una cadena, un vuelo hacia adónde..."




(Párrafos del artículo publicado por JOSE CORRAL MAURELL, escritor y periodista granadino, en su sección "La Rueda y los Días", del periódico "Ideal", de Granada, 1978.)

martes, 24 de junio de 2008

JULIO VISCONTI, ACUARELISTA



A la sombra de la torre de una iglesia, en mi pueblo, tiene Julio Visconti su casa y su plaza. Mi pueblo es Guadix y la iglesia es la del monasterio de Santiago que tiene un pórtico de Diego de Siloé.


La casa de Julio es un atiguo palacio del siglo XVI con heráldica, patio, galerías y grandes salones, totalmente remozado. Hasta sus tejados vuelan las palomas y el repique de las campanas los días de fiesta mayor. Allá queda la torre de la Catedral y el viejo dorado de las piedras y los muros de la ciudad blasonada.


Por vocación, adopción y predileccióm Julio es hijo ilustre de Guadix, aunque por amor y naturaleza sea de Almería, donde yo vivo y escribo desde hace años. El mar de Almería constituye el secreo más profundo del arte de Visconti, testimonio mediterráneo de su origen Todos los barcos de Levante, nebulosos y perdidos, pasan por delante de su casa de San José. Los de Almería reposan en las aguas tranquilas de su puerto, hacia la Pescadería, el mar sereno de Visconti, purísimo y transparente como su cielo. Hasta el agua de los canales de Venecia de sus pinturas beben de la misma luz, de la misma quietud lírica de estas aguas remansadas y latinas. Julio ha fundido el mar y lo ha convertido en oro purísimo, misterioso e increado.


Muchos días me encuentro con Visconti por el Paseo marítimo como ante una acuarela viva dibujada por el ala de una gaviota o el remo de unas de esas embarcaciones de viento que de lejos parecen mariposas. Y el largo puente del mineral o el brazo pétreo del faro...


Pero Visconti es también autor de otras contemplaciones cromáticas y bellísimas, tierras de Italia y España, el mundo interior de las ciudades y de las casas con sabor donde vivieron los hombres, casas de Granada o Almería... Admiro el silencio plástico de esos salones de casa antigua y señorial transpasados por la nostalgia, vaporosos por el olvido, dejando ver retratos y cornucopias, librerías y bargueños, tresillos y alfombras, hasta la luz caliente que se desprende de sus cortinas y de las losetas de ladrillo rojo del suelo... O esas alcobas de cortijo de paredes húmedas y encaladas oliedo a bancal y acequia, a vida olvidada: un baúl, una palangana, la cama vestidas no se sabe si de vida o de muerte, siempre oculta...


Veo a Julio Visconti por el Paseo de Almería camino de ninguna parte, pensativo y solitario, abstraído por el tránsito de alguna de sus obras en gestación, hijo de la luz naciente de su última iluminación, esa desde la que nos mira siempre...




José ASENJO SEDANO




Texto de la Presentación de la EXPOSICIÓN en PRO AR7, Galería de Arte, Granada, Mayo de 1999, realizada por José Asenjo Sedano, amigo del pintor.

ORHAN PAMUK, PREMIO NOBEL 2006




Sensación causó el 10 de diciembre pasado la entrega del Premio Nobel 2006 a Orhan Pamuk, escritor turco, ya internacional, recibido de manos del Rey Carlos Augusto de Suecia: diploma, medalla de oro y un millón de coronas. Discurso muy aplaudido, poético, en un inglés perfecto, agradeciendo los días vividos en Estocolmo, "ciudad de la luz". Desconocido autor para muchos, su obra había sido traducida a nuestra lengua hace años por Rafael Carpintero, reconocida su categoria literaria por la crítica mundial mas solvente y veraz de E·uropa y América. Pamuk es, sin duda, una de las revelaciones, comparable a Borges, de la narrativa contemporánea. Famoso desde la irrupción de su primera novela, "La Casa del Silencio", 1983, pero sobre todo desde los elogios que dedicara John Updike a su segunda novela, "El astrólogo y el sultán". Desde entonces su carrera ha sido vertiginosa, de triunfo en triunfo, valorado como escritor de primera fila en Francia, Alemania, ReinoUnido, Estados Unidos, con estadías en las universidades de Iowa y Columbia, dónde debe encontrarse actualmente.


Fue la novela "Nieve" la que me llevaría a Orhan Pamuk, al descubrimiento de una Turquía frontera de dos mundos contrapuestos, laicismo de estado e islamismo popular que Mustafá Kemal Ataturk, "el perfecto", militar estadista, decidiera modernizar allá por los siglos XIX y XX: política y usos y costumbres, aconfesionalidad, imposición del alfabeto latino, emancipación de la mujer, calendario gregoriano, vestido, sustitución del fez por el sombrero, regimen de partido único, supresión de las escuelas coránicas, etc., no sin la oposición islamisma correspondiente que la novela "Nieve" describe y pone de manifiesto en la ciudad de Kars adónde, despues de años de ausencia, se dirige el viajero K, absorto ante "el silencio de la nieve", paisaje simbólico y singular, clave de la novela, contempla "sentado inmediatamente detrás del conductor del autobús". Ciudad bloqueada por la climotología, aislada, en la que ocurren cosas terribles y decisivas en la vida y cultura del país, sucesos de los que será testigo y partícipe. Se trata de un periodista cuyos encuentros y amores con Ipek y Kadife, hermanas, la represión policial y la resistencia clandestina, le obligará a abandonar el país como, en la vida real, le sucederá al propio Pamuk ante el peligro de ser asesinado, como le sucedió a su amigo el escritor armenio Hrant Dink. Panorama nada fácil en una Turquía que aspira a incorporarse a la Unión Europea (ya lo es de la Otan). La novela es fascinante, muy bien contada, obra de una mano maestra.


Orhan Pamuk nació en Estambul en 1952 en una familia muy conocida en la ciudad. Famoso es el edificio "Pamuk" sobre el Bósforo, estrecho que une las aguas del mar Negro y el mar de Mármara, cuyo primer plano es el castillo de Rumeli Hisar. "En una de las paredes de aquella casa, contará, estaba colgado el retrato de un niño enmarcado en blanco. De vez en cuando mis tíos me señalaban el retrato y me decían sonriendo: Ese eres tú". Así comienza el hermoso relato de su vida en aquella ciudad, espacio y paisaje siempre presente en su obra. Pamuk, antes que escritor, es dibujante excepcional, admirador de Melling, artista alemán de cámara de de la hermana del sultán Selím III. Los cuadernos de dibujo de Melling los editaría lujosamente un tío de Orhan. "Pintar me proporcionaba un gran placer". Pintaba árboles, nubes, pájaros, montañas nevadas. Historias de Estambul, su vida, sus personajes famosos o pintorescos. Las orillas del Bósforo, sus brumas y sombras, aquel litoral decadente de grandes edificios otomanos abandonados y ruinosos. Durante la guerra fría, una noche se despertaría aterrado contemplando la mole gigante de un acorazado soviético que parecía querar colarse por su ventana.Desde entonces, se pasaba la noche contando el número de barcos de guerra que pasaban ante su ventana. Mar silencioso y trágico, sus recuerdos del Bósforo. "Ver el Bósforo siempre me ha sentado bien". Y lo dibujaba con sus lápices de carbón.

Pamuk es también un gran poeta, donde nos habla de la vida religiosa en su casa y de aquellos años de su infancia. Las fiestas familiares del Ramadán y del sacrificio del cordero, su escasa o nula visitas a la mezquita. Sólo recuerda una vez que que una tata de su casa, la señora Esma, muy creyente, lo llevó de niño a una mezquita donde se entretuvo jugando con otros niños. Pero, observador, se dio cuenta de que la mezquita sólo era frecuentada por los más pobres, lo que le hizo asociar ambas cosas...Dios y pobres, dos conceptos que siempre iba unidos. Nunca tendría una idea clara de Dios, nebuloso en su mente. La burguesía turca parecía vivir ajena a lo religioso, quizá consecuencia del laicismo estatal. No sabe. Su idea de Dios, confiesa, es muy vaga, aunque si clemente...Uno de los personajes de "Nieve" aifrmará que su ateismo que el ateismo es imposible en el Islám, que este pertenece al mundo occidental. Un musulmán, aunque sea mal creyente, sabe que Alá está siempre por encima de él...

"Nací en Estambul el 7 de junio de 1952 un poco después de medianoche, en un pequeño hospital de privado de Moda. Nada especial ocurrió ese día, salvo las llamas y cenizas del volcán Strómboli o la guerra de Corea del Norte..."


José ASENJO SEDANO

Artículo publicado en el periódico IDEAL de Granada, 22 de mayo de 2007, revisado por su autor para esta publicación.



lunes, 23 de junio de 2008

LA PASIÓN, SEGÚN FRAY LUIS DE GRANADA




Fray Luis de Granada es uno de los más brillantes prosistas de la lengua castellana. Confieso una predilección especial por este eminente escritor, por su obra ascética y literaria. Nacido en Granada en 1504, falleció en Lisboa en 1551, donde era Provincial de la Orden de Predicadores, una de sus grandes figuras. Vivió en Valladolid y en Córdoba, donde conoció a san Juan de Ávila, que tanto influiría en su oratoria. “Habló de las cosas celestiales con tanta lindeza, gravedad y fuerza en el decir que parece no quedó nada en esto para mayor acertamiento”, según uno de sus estudiosos. Fray Luis de León, en su prisión, para consuelo de su alma, se hizo llevar su “Libro de la Oración”. Felipe II, durante sus largas estadías portuguesas, nunca se perdía un sermón del granadino, a pesar de encontrarlo “ viejo y desdentado”.
Una de las joyas ascéticas y literarias de Fray Luis de Granada, es su “Vida de Jesucristo”, de la que tomo ocasión para escribir este comentario sobre la Pasión de Nuestro Señor, a propósito de la Semana Santa. De las muchas imágenes de Cristo que se veneran y desfilarán estos días por nuestras calles, pocas tan auténticas como la que se describe en este libro breve, grande por su contenido. “Entre todas las obras de Dios la que sin alguna comparación es mayor sea la Humanidad de Cristo nuestro Salvador, que es haberse Dios hecho hombre por amor a los hombres”, escribe al inicio de este tratado, tomando como pie las Meditaciones de San Buenaventura.



Haremos parada de estación en los puntos que consideramos más sobresalientes de esta Pasión según Fray Luis de Granada, como es la Oración del Huerto, donde el Salvador se prepara para “la conquista de su Pasión”, después de acabar la “misteriosa cena” de aquella noche, donde tantas cosas sobre el amor se dijeron, poniendo frontera entre el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento,” abriendo la puerta a todos los dolores y martirios de su Pasión”. Y a tanto llegó su tristeza, que en su agonía sudó gotas de sangre...
Contempla nuestro autor el rostro herido y sangrante de este Cristo del Huerto, al que habla y dice: “Entiendo, Señor, que vuestra caridad quiere ser la primera en sacaros sangre sin hierro y sin cuchillo, para que se entienda que ella es la que abre camino a todos los otros perseguidores”.
Detienen a Jesús por manos de Judas, “adalid y capitán de la gente armada”.
-“A quienquiera que yo besare, ése es; tenedlo fuertemente”,-avisó el traidor, caído ya como otro Lucifer.
Aceptó el Señor “este beso cruel”, habida cuenta que tenía que beber el cáliz que le dio su Padre, dando paso a la espantada de sus discípulos que lo dejan en desamparo escandaloso, momento en el que” toda aquella manada de lobos hambrientos” arremete contra el Cordero sin mancilla, llevándole entre voces y estruendo, bien atado, al Sanedrín, primero a la casa del malvado Anás, porque era el suegro de Caifás, pontífice ese año. Y de aquí, sentenciado, “podemos inferir cual sería la noche que el Señor allí pasaría en medio de tan crueles sayones”. En cuanto abrió el día, sería conducido en tropel a la casa de Pilatos “acusándole y alegando contra Él mil falsedades y mentiras”, instándole para que firmara su condena de muerte, muerte de cruz por haberse confesado Hijo de Dios y Rey de los Judíos. Bien sabía Pilatos que toda aquella gente le había llevado el preso movida por la envidia, que la acusación nada tenía que ver con el César, que Jesús de Nazareth era inocente; no obstante, hombre calculador y pusilámine, “y temor humano”, lo mandó azotar, pensando que de este modo calmaría el furor de sus enemigos.”Desnudan al Señor de sus vestiduras, átanlo fuertemente a una columna y comienzan a azotar aquella purísima carne y añadir azotes a azotes, y llagas a llagas, y heridas a heridas. Corren los arroyos de sangre por aquella sacratísima espalda, hasta regarse la tierra con ella y teñirse de sangre por todas partes”.
Y no bastó con esto, sino que “tejiendo una corona de juncos marinos, hincáronsela por la cabeza para que así padeciese por una parte sumo dolor, y por otra suma deshonra.”
“Y no contentos con tan doloroso vituperio, vístenle con una ropa colorada, que era entonces vestidura de reyes y pónenle por cetro real una caña en la mano, e hincándose de rodillas dábanle bofetadas y escupían en su divino rostro, y tomándole la caña de las manos, heríanle con ella en la cabeza, diciendo: Dios de salve, rey de los judíos”.
-“Mira cual estaría aquel divino rostro, hinchado con los golpes, afeado con las salivas, rascuñado con las espinas, arroyado con la sangre, por unas partes reciente y fresca, y por otras fea y denegrida. Y como el santo Cordero tenía las manos atadas, no podía con ellas limpiar los hilos de sangre que por los ojos corrían, y así estaban aquellas dos lumbreras del Cielo eclipsadas y casi ciegas y hechas un pedazo de carne. Finalmente, tal estaba su figura que ya no parecía quien era, y aun apenas parecía hombre, sino un retablo de dolores pintado por mano de aquellos crueles pintores y de aquel malvado presidente, a fin de que abogase por Él ante sus enemigos esta tan dolorosa figura.”
Cargó Jesús con el madero haciendo su calle de la Amargura hasta alcanzar la cima del Calvario, hoy escondido entre los muros del Santo Sepulcro, donde, despojado de sus vestiduras, echada a suertes su capa, fue acostado sobre la Cruz y clavados sus manos y sus pies...
-“Cuando el Salvador se viese así tendido sobre la Cruz y sus ojos puestos en el cielo, ¿qué tal estaría su piadoso corazón?¿Qué pensaría? ¿Qué diría en este tiempo?”
-“Fenecido ya con vuestra obediencia el curso de mis días, vuelvo a Vos, no por otro camino que el de la Cruz. Vos mandasteis que Yo padeciese esta muerte por la salud de los hombres. Yo vengo a cumplir esta obediencia y ofrecer aquí mi vida en sacrificio por vuestro amor.”
Como un soberbio imaginero, fue levantada la Cruz con el Cordero herido, al pie su Madre dolorosa, inclinando la cabeza, encomendó su espíritu en las manos del Padre. “Entonces, el más hermoso de los hombres, oscurecidos los ojos y cubierto el rostro de amarillez de muerte, quedó el más maltratado de todos, hecho holocausto de suavísimo olor por ellos, para revocar la ira del Padre.”
-“Y así, después de expirado el Señor, uno de los soldados dio una lanzada por los pechos, de donde salió agua y sangre para bautismo y lavatorio del mundo...”
Colosal pintura, con la brevedad de un comentario, de esta meditación sobre la Pasión del Salvador que nos hace Fray Luis de Granada, insigne religioso y escritor, el más grande de nuestros prosistas castellano, granadino formado a la sombra de la Alhambra y del monasterio de Santa Cruz la Real. Bueno para recordar y meditar en estos días grandes de la Semana Santa.



José ASENJO SEDANO

jueves, 19 de junio de 2008

PICASSO, GENIO Y LOCURA






Contó Cesar González Ruano a Manuel Alcántara que, cuando conoció a Pablo Picasso, le defraudó por completo. Lo encontró tozudo y rencoroso. Alcántara, malagueño de talento, recuerda que cuando murió el pintor, le dedicó un artículo con el título, “La mano izquierda de Picasso ya no tiene envidia”. Picasso, que recibió su apellido genial de su madre de origen italiano, su gran herencia, la última vez que estuvo en Málaga fue en 1934. Tenía Alcántara seis años y lloró siempre el derecho que tenía de haberle conocido. “Mi genio robado”, sería el título de su postrer artículo recordando esa visita.
He buscado en otro autor, Ramón Gómez de la Serna, quien le visitó en París (1916) en su pequeño hotel de la rue Victor Hugo, el impacto de su encuentro. Ya había pasado la furia del cubismo (1913) y, el genio, lo esperaba mañanero en la puerta de su casa vistiendo un mono azul impoluto, sin una mancha. Cuenta Ramón que más que un pintor, se encontró con un mecánico dispuesto al milagro de la compostura, de la pieza nueva, de la charnela que hiciera andar el coche averiado...Y dice, a propósito, que Picasso “automovilizó la pintura, la vio correr, presentarse, atropellar, volver en panne a su chamizo para, después de haber arreglado la avería de siglos, encargarse de las nuevas catástrofes.” Fue esa la emoción que sintió el escritor memorable contemplando en su taller, más que estudio, el mundo variopinto del pintor, sus viejas pinturas, la talla de un cristo pavoroso al pie de la escalera, cuadros vueltos a la pared que el pintor se apresuró a poner de cara, un frutero de mármol simbólico, de alabastro, seguramente recuerdo de su casa familiar de Málaga.
Pablo tuvo la suerte de aprender a pintar de su padre, el profesor José Ruiz Blasco que, antes que su hijo, ya pintaba orlas en la pared y palomas blancas en los abanicos. Las mismas palomas que volaban en los sueños del pintor. Sus palomas de la paz o del viento, de carne o de plumas. De fino trazo. Como aquellas guitarras que recordaba de los escaparates de la Málaga de su niñez, que él quiso reinventar en aquellas cajas de música de cartón, que Ramón viera en su taller, a las que Jean Cocteau llamaba las guitarras absurdas de Picasso...
Ramón Gómez de la Serna volvió a encontrarse dos veces más con Picasso, en la Rotonda, modesto bar de cocheros, cuenta, dónde solían acudir pintores como Modigliane, siempre borracho, Ortiz de Zárate y también Picasso bajo un sombrero hongo, extravagante, acompañado siempre de alguna bella señorita. Más tarde, sería en Pombo, en Madrid, donde se le preparó una cena triste y memorable a la que no acudió casi nadie porque nadie le conocía, y en la que el pintor, no obstante, procuró estar alegre y lo más simpático posible. Al día siguiente se iría Paris, con los ballets de Diagheilev, seguramente para no volver...
Conoce a la bailarina rusa Olga Koklova, aristócrata, hija de un general, quien se presentara al pintor diciendo que es sobrina del mismísimo Zar. Se enamoran y se casan en una iglesia de París por el rito ortodoxo, boda en la que firman como testigos sus mejores amigos: Max Jacob, Jean Cocteau, el poeta Apollinaire....”Fui legalmente la esposa de Picasso, con el que conviví doce años y, como a casi todas, me abandonó. Di a luz su primer hijo, Pablo.”




Mujer de clase, fue la que más influyó en la vida del pintor. Existe un retrato de Olga, “Olga, apoyada. 1917”, que sostiene un abanico en su mano. Ahora son ricos, viven en el centro de París y viajan con frecuencia a la Costa Azul, que tanto le recuerda su costa de Málaga. Ya sus amigos no son bohemios, sino que les gusta alternar con la alta sociedad. Cosas de Olga, que no coinciden precisamente con los gustos de su marido...

Pero es gracias a este encuentro con Olga, lo que lleva a Picasso a los ballets del famoso Diaghilev y a convertirse en el autor de sus figurines y decorados. Es así como en julio de 1919, en el Alhambra Theatre de Londres, con coreografía de Leónide Massine, se estrella el ballet de “El Sombrero de Tres Picos”, libro de Pedro Antonio de Alarcón y música de Manuel de Falla, uno de sus mayores éxitos. Es la primera vez que vemos a Picasso con un tema granadino, inicio de la llamada Fantasía Bética.
Abandonada Olga Koklova, fallecida en 1955, Picasso termina casándose con Jacqueline Rocque, mucho más joven que él, convirtiéndose en su todo para el pintor. Era una mujer pequeña, menuda, siempre acicalada, abnegada, secretaria, mensajera, amante, ama de llaves, enfermera...Se casarían en 1961, vivían en una casa situada en un monte sobre Cannes, donde esta mujer intentó alejar al pintor de sus muchos y perniciosos amigos.
El año de ese casamiento, el pueblo de Vallauris organizó una fiesta, la más grande que se haya hecho en honor de Picasso, que cumple 80 años. Más de cuatro mil invitados de todo el mundo y más de seis mil curiosos. A la tarde se ofreció una corrida de toros a la manera española. Allí estaban algunas de sus mujeres, sus hijos y sus nietos. Picasso estaban radiante, vigilado por Jacqueline. A la noche hubo una verbena a la que no faltó nadie. Picasso, cuentan, bailó y cantó hasta el amanecer. Fue entonces cuando su amigo Andre Malraux, ministro de Cultura de Francia, le puso de malhumor pidiéndole en medio de aquella fiesta totalmente española, que se nacionalizase francés. Fue el tostón de aquella noche....Irritado, Picasso le contestó: “ Nací en Málaga y aprendí a pintar en La Coruña, en Barcelona, en Madrid. Y pinté Guernica. Nunca podré ser francés. Nunca.”
Y así fue: “Español sin remedio”, como diría Gabriel Celaya. Español hasta la muerte. “Español en la tierra, el cielo y el infierno”.
El 8 de abril de 1973, con 92 años, falleció en su residencia de Monpins Notre Dame de Vie.


José ASENJO SEDANO

miércoles, 11 de junio de 2008

CARLOS ASENJO SEDANO, NOVELISTA



LOS hermanos Asenjo Sedano, (el mayor Carlos, el menor José), quedaron para siempre marcados por el impacto de nuestra desdichada guerra civil. Cuando estalló la sublevación militar -aquel aciago verano de 1936-, ambos eran muy niños, pero con edad suficiente, si no para comprender, sí al menos para memorizar aquel caos de sangre y horror que les tocó presenciar. Fruto de aquellas vivencias son varios libros de José -uno de ellos, 'Conversaciones sobre la guerra', premiado con el Nadal- y la novela de Carlos 'Y volvieron al paso alegre de la paz', recientemente publicada por la editorial Arial. La obra, con el título tomado de uno de los versos del 'Cara al Sol', el himno triunfalista de los casi cuarenta años de dictadura franquista, nos cuenta la vida y vicisitudes de una familia de la nobleza andaluza, los Fernández de Córdoba, anclada en un poblachón, cuyo nombre no se nos dice en el libro, pero que en todo coincide con el bello y arcaico Guadix de nuestro autor, durante una de las épocas más conflictivas de toda la historia de España: antes, durante y después del sangriento conflicto, ya aludido. Esta familia, descendiente de gloriosos nobles castellanos, que sirvieron con lealtad y valentía a Isabel la Católica en la reconquista del reino de Granada y al Gran Capitán en las guerras de Italia, cuando comienza la novela sólo es un viejo y esperpéntico fósil de lo que antaño había sido. Atrincherada en su viejo y decadente palacio, todo él lleno de pergaminos y recuerdos -la gente lo conoce por el Palacio Encantado- vive olímpicamente ajena a la realidad española del momento. Sus tres moradores principales, una madre y dos hijos educados a su imagen y semejanza, llevan en sus cuerpos el estigma de la degeneración y decadencia familiar: ella tuerta y ellos, uno tuerto y el otro cojo. Las muchas ínfulas y no menos pergaminos, así como los prejuicios de clase y el viejo lema familiar de Dios, Patria y Rey, repetido generación tras generación, suplen con creces las deficiencias físicas de la familia. Pero, ay, el 14 de abril de 1931 se proclama la República y, con ella, comienza para nuestros tres protagonistas un largo calvario que culminará en el verano de 1936 cuando don Gonzalito, el primogénito de la familia, después de unirse a las fuerzas sublevadas contra la República, es condenado a muerte y fusilado por un tribunal popular. La madre, doña Constanza, recibe la noticia con la misma adustez con que Felipe II recibió la del fracaso de la Armada Invencible. El otro hijo de la familia, don Ciprianín, segundón y tuerto, ha logrado, junto con otros enemigos de la República y varios guardias civiles, abrirse camino y llegar hasta Granada, en poder de los sublevados. Mientras ellos huyen, el pueblo se sumerge en un mar de sangre. Incendios y asesinatos se suceden. Las únicas personas que hubiesen podido poner coto a tales excesos han muerto defendiendo a los sublevados o han huido. Comienzan a faltar los alimentos y hay que organizar el frente. La guerra se alarga, pero al final, la colosal ayuda de Alemania e Italia, así como la cobardía de las llamadas democracias, deciden la victoria a favor de los sublevados. Los que en verano de 1936 se marcharon huyendo por trochas y veredas vuelven triunfantes en la primavera del 39 hablando de laureles y cantando el 'Cara al Sol'. Entre ellos llega don Ciprianín, el tuerto, que ahora es teniente del ejército rebelde. ¿Puede decirse que ha llegado por fin la paz? El título del libro así lo hace pensar, pero la realidad es muy distinta. Asesinatos, campos de concentración, juicios sumarísimos y, por si fuera poco, más de medio millón de españoles, que han tenido que tomar el duro camino del exilio. Entre ellos, aunque no se dice en el libro, lo mejor de la intelectualidad española.Don Ciprianín se instala en el Palacio Encantado y, después de repintar sus blasones, dedica su vida a la educación de su sobrino Gasparín -el hijo del llorado don Gonzalito- y a la visita de los prostíbulos. El autor pone su énfasis en mostrarnos los entresijos de la educación del niño -una educación muy especial que pronto terminará dando sus desastrosos frutos- a la que dedica numerosas páginas. Todas las mañanas, a pie firme y sones de la marcha real, tío y sobrino izan la bandera en el patio del palacio y todas las tardes la arrían con la misma música. Surge, en medio de este clima de añoranzas y falsas glorias militares, que rozan el esperpento, una historia de amor y dolor que culmina con la muerte, a manos del niño Gasparín, de uno de los personajes secundarios de la novela y la boda, tras sufrida penitencia, del protagonista con la

a madre del niño, mujer un tanto ligera de cascos, pero de una extraordinaria hermosura. ¿Una novela más sobre la guerra y la inmediata postguerra? No, en modo alguno. El carácter fuera de serie de los personajes, así como su marcado localismo y algunas de las situaciones que en ella se describen, la hacen única. A estas razones habría que añadir las varias moralejas que el lector puede arrancar de sus páginas. Todo esto y mucho más, contado con estilo sabrosamente arcaizante, hará las delicias de todo el que se adentre en esta extensa obra de Carlos Asenjo Sedano -cuatrocientas páginas-, el reputado investigador accitano, desde ahora, también novelista, y, no estará mal añadir, novelista de indudable calidad.



Francisco GIL CRAVIOTTO




Comentario literario publicado en IDEAL, de Granada, 9 febrero 2007, sobre la novela de Carlos Asenjo Sedano, con el título "Y VOLVIERON AL PASO ALEGRE DE LA PAZ...", publicada por ARIAL, Ediciones, Granada, 2006.

martes, 10 de junio de 2008

PINTURAS DE JOSÉ CARLOS ASENJO






Nacido en Cádiz,(junio de 1962) oriundo de Guadix, hijo del escritor José Asenjo Sedano, estudió derecho y bellas artes en Granada. Reside en Fuente Vaqueros, el pueblo de Federico García Lorca, muy cerca del Genil, paisaje de la Vega de grandes alamedas, con la vista de Sierra Nevada al fondo. Está casada con Salud, que escribe versos y cuida flores en su precioso jardín. Su vida es un remando de luz y de paz. Es ahí, cerca de Granada, donde José Carlos tiene su estudio y trabaja en sus hermosos paisajes y retratos de los que iremos dando cuenta en este blog, que es también su casa. Naturalmente, es tiene su propio blog, que pueden visitar siempre que quieran.





















José Carlos, además de sus pinturas y paisajes, es tambien un magnifico caricaturista, del que presentamos aquí algunas de ellas sobre personajes conocidos,como Obama, Elena o Indurain.






Son muchas y variadas las caricaturas en linea o en color, rápidas o reposadas, que José Carlos puede realizar, siendo, sin duda, un maestro en este arte del retrato sicológico, audaz y dificil.

Remitimos a los interesados a su blog donde se puede contemplar parte de su trabajo en permanente superación.

viernes, 6 de junio de 2008

LA EXTRAÑA PRESENCIA


Tomó la lámpara y la puso en la mesa. Se derramó su luz sobre el tapete, el libro abierto, el vaso de agua y la bandeja. El restó quedó en penumbra. Alejó la sombra los restantes objetos de la sala, pendientes ahora del círculo de luz de la mesa. En la ventana, la noche se perdía en el reflejo interior, como en un espejo. Tuvo que hacerse sombra con las manos para poder descubrir el mundo enigmático de la calle. El apagón, por lo visto, había sido general: toda la ciudad estaba a oscuras. Sólo el faro de algún automóvil que subía por la calle Altamira, se hacía visible en el cruce con la calle Marañón, para perderse enseguida.



Repentinamente se hizo presente el goteo del grifo del lavabo. Hasta entonces no había reparado en ese goteo torturante, que no pudo silenciar pese a las vueltas que dio a la válvula de cierre. Tendré que llamar al fontanero: ¿Cómo se llama ese del barrio alto? Estaba convencida de que existe no se sabe qué correspondencia entre sombra y silencio y que es, entonces, en ese contacto entre la una y el otro, cuando hay cosas o sucesos que se hacen vivos... Se retiran los pájaros del día, para que salgan los pájaros de la noche... Le hizo sonreir la ocurrencia. Se pasó la mano por la frente, el pelo, en un gesto mecánico y habitual, inadvertido. La tiniebla le producía no se qué desasosiego, un temor estúpido, como si de ese mundo oculto de la noche, salieran a su encuentro los fantasmas que habitan allí, como nosotros vivimos aquí...



Intentó retomar la lámpara con intención de salir al pasillo y comprobar si estaba echado el pestillo de la puerta. Qué tontería: sólo hace unos minutos que la he cerrado con llave y echado el pestillo de seguridad. Dejó la lámpara en su sitio, se sentó y tomó el libro que tenía abierto en la mesa: El Evangelio según San Juan, que le regalé el día de su cumpleaños, con las cubiertas de piel y laminación de oro. Lo tiene abierto por el capítulo once, donde se narra la resurreción de Lázaro, el hermano de Marta y María. Observa por un momento cómo a Marta le repele la posibilidad de contemplar vivo a su hermano muerto de cuatro días. Hubiera detenido esa decisión firme del Maestro pidiendo que retiraran la losa y ordenando con imperio, a la vista de todo: ¡Lázaro, veni foras!...




La escena, que se viene a su mente, le aturde y la estremece. Es por eso que levanta los ojos, queriendo huir de la figura macabra del resucitado. ¿Quién se atreverá a quitarle el vendaje y sacarlo de esa segunda tumba que es siempre una mortaja? No quiere pensar en esto, tal vez porque se acuerda de mí, de cuanto tuvo, con ayuda de euxiliares y enfermeros, que envolver mi cuerpo maltrecho por aquella larga y cruel enfermedad, como dijo la necrológica, con aquella sábana hospitalaria...



Intento hacerme presente soplando sobfe la lámpara, me aproximo a ella, susurro inutilmente a su oído...Por la manera como une sus manos, por su mirar constante a la ventana reclamando luz, por el nerviosismo, sé que me presiente, aunque ella interiormente lo achaque al apagón y a los recuerdos. Es por eso que intenta alejarme, dejando de pensar en mí...



No sabe que estoy a su lado, que releo lo que lee y que, mirándola de frente, llevo rato diciéndole que estoy aquí, que soy yo, que necesito su ayuda para acabar este largo viaje por la eternidad que comencé el mismo día, en el mismo instante, en que con su mano temblorosa cerró mis ojos a este mundo, su mundo. Desde entonces no he dejado de viajar, de ir de un lado para otro arrastrado por un viento irresistible...Necesito su ayuda para alcanzar, por fin, mi reposo...Le grito que me desate como a Lázaro de las vendas de su mundo y le libere, pero no me oye...



Cierra los ojos y se hunde en el olvido. Se duerme y me aleja de sí. Me siento otra vez llevado por este viento hacia el extremo de la Tierra. O del Universo. La luz de la lámpara tiembla en su fanal. Así se pasa la noche, sentada en su butaca, ojerosa y dormida...



Amanece y la luz vuelve. Abre los ojos y, mirando a todas partes, tiene la sensación de que Aurelio ha estado aquí, de que lo ha oído escribir a máquina en su despacho como hacía tantas veces. Se asoma a la ventana y se ve la calle desierta. Pasa el autobús de Torrecárdenas. Oberva a los viajeros en sus asientos rojos o amarillos. ¡Qué larga y extraña ha sido la noche!



Se queda pensativa, apoyada la cabeza en el cristal de la ventana. Luego apaga la lámpara que se extingue en el fanal. Enfila el pasillo y entra en el cuarto de baño. Se mira en el espejo y descubre sus ojeras, su boca, la punta de su nariz. Se palpa la mejilla y trata de esconder el lado malo de su cara. Termina refrescándose con la toalla mojada. Es luego, al salir, cuando se da cuenta de que el grifo sigue goteando de manera continua, presente, interminable...






José ASENJO SEDANO



Julio, 1992






Este cuento pertenece a mi libro de relatos "Historias del Exilio", publicado por la Colección "Alhucema", nº 4, Invierno de 1995, Almería.



Ha sido también publicado por la revista literaria EXTRAMUROS, Granada, 2001. Y creo que en alguna más...



Traducido al alemán por la escritora suiza Regina Strijbis, con el título



SELTSAM ANWESEND, 2001






Sie nahm die Lampe und stellte sie auf den Tisch. Das Licht ergoss sich die Tischdecke, das aufgeschlagene Buch, das Wasserglas und das Tablett. Alles andere blieb im Halbdunkel. Der Schatten entfremdete die ubrigen Gegenstande des Raumes, sie waren nun vom Lichtkegel auf dem Tisch abhangig...



martes, 3 de junio de 2008

"BIBRAMBLA, MON AMOUR"


Artículo publicado en el periódico IDEAL, de Granada, el día 2 de junio de 2008, por el autor de la novela "Bibrambla, mon amour", Arte Impresores, Granada, 2008, Carlos ASENJO SEDANO.




* LOS conocí a ambos en un curso de verano en la Sorbona. A él, porque era un compatriota que asistía a mis mismas clases, Literatura y Arte francés del siglo XVIII, y con el que, por distintos y complicados motivos políticos, acabé por tener gran intimidad y no pocas complicidades no siempre confesables... A ella, Odile, también alumna del mismo curso, porque era una francesa deslumbrante, amiga y algo más, a la sazón, de mi compatriota. Luego sabría que ella, Odile, era vascofrancesa. Ellos, más entretenidos en su romance a la francesa, prestaban poca atención al estudio, por lo que mi compañía era más bien esporádica. Pero la belleza de Odile era de tal calidad, tan refinadamente francesa, que nunca la pude olvidar, si es que dejé de desearla alguna vez Porque era de esas mujeres que, vistas una vez, jamás se olvidan.Y pasaron los años, y con los años llegaron todas aquellas revoluciones encubiertas que transformaron la sociedad española lo mismo en lo político que en lo social, como sucedió igualmente en toda Europa y también en todo el mundo. Y un verano que, como de costumbre, a media mañana tomaba café en una de las cafeterías de la plaza de Bibrambla, inopinadamente me tropecé con mi antiguo condiscípulo que, unas mesas más allá, también tomaba café en compañía de una mujer, algo madura, que tardé unos minutos en reconocer como aquella Odile de la Sorbona, ahora quizá un poco más sofisticada pero igualmente deslumbrante. Y ambos, mi amigo y la francesa, tan acaramelados como antaño, por lo que no quise estorbarles el idilio, yo parapetado tras mi periódico. Hasta que ella se marchó y yo, entonces, abordé al viejo compañero, con el que, desde entonces, tuve, reservadamente, muchas confidencias, acaso debidas al miedo que lo embargaba.En definitiva, me confesó, quizá buscando alguna protección en mi amistad, que era agente de ETA, y que estaba en Granada con una doble misión. Una, controlar a Odile, aparecida inesperadamente en escena como otra agente de ETA, sin que él supiera, en principio, este dato. Y segundo colaborar, desde la distancia, en la preparación de un atentado contra una autoridad de Granada, que por los indicios parecía ser el alcalde, al mismo tiempo que, con la tapadera de aquel atentado, nos deshacíamos de la agente, madame Vincent, Odile, y de su hijo, que venían actuando de una manera indisciplinada, con objetivos, como éste de Granada, no del gusto de la Cúpula, y justificado por las gentes de madame Vincent en razón a que un guardia civil de Granada, en un tiroteo en Fuenterrabía, se había cargado al hijo mayor de Odile, también miembro activo de ETA, aunque también el guardia civil había muerto en ese enfrentamiento. Por eso la venganza tenía que cargarse sobre sangre granadina.Pero mi amigo, cuyo nombre omitiré por razones obvias, estante en Granada bajo la capa de corresponsal del diario parisino 'Le Monde', se le adivinaba empapado de miedo y precauciones, ya que, me contaba, últimamente, se le venía haciendo el encontradizo, con cualquier pretexto, el comisario de policía Ramírez, quien aprovechaba la ocasión para preguntarle esto y lo otro sobre su amiga, la madame Vincent, insinuándole, al descuido, que la pasma tenía algunos informes sobre su estancia y propósitos en Granada, pero a cuyo hijo no acababan de localizar, siendo éste, como bien sabían, la punta de lanza del comando. Y sin que, por otra parte, se atreviera la pasma a abordar a la francesa, siendo como era francesa, y venir muy respaldada y acreditada lo mismo por la Embajada de Francia que por las autoridades españolas. Por lo que Ramírez acabó rogándole a mi amigo su colaboración para escarbar en los interiores de madame Vincent, y, por ahí, tratar de llegar a su hijo, incluso recurriendo Ramírez a razones patrióticas -«como buen español que sabía que era»- no sólo para poder controlar al comando terrorista sino, si podían, detenerlo, evitando así que culminaran su proyectado atentado en Granada, seguramente en la persona del alcalde u otra autoridad de relieve, quizá acompañado de una masacre indiscriminada, para lo cual, Ramírez estaba seguro que la llave o la pista a seguir era la de madame Vincent, Odile, aprovechando mi amigo sus intimidades amorosas con la francesa «Porque, como le argumentaba Ramírez, si uno consigue meterse en la cama de una mujer, ahí ya no hay secreto que no se abra y se explicite hasta sus más profundas raíces; ¿ vaya, insistía Ramírez, que una mujer en la cama es el libro más abierto y expresivo!..,Y, usted, mi querido corresponsal, bien entiendo que tiene paso franco en esa cama »Pero mi amigo rechazaba el supuesto del inspector, ya que su intimidad, decía, no llegaba a tanto. Aunque al mismo tiempo entendía las razones de Ramírez, por lo humanitarias y patrióticas, pero el amor que le había renacido, y quizá enloquecido de nuevo por Odile, le prohibían hacerle cualquier faena o traición a la francesa, 'mon amour'.Y entonces fue cuando Ramírez, sibilinamente, acaso por vía de chantaje, le dio a entender a mi amigo que también tenían alguna información sobre su corresponsalía de 'Le Monde' en Granada. Y que si no quería colaborar, él, Ramírez, se vería obligado a jugar otras cartas ¿Cuáles?... ¿Acaso Ramírez conocía algo de su relación con ETA?...Por eso mi amigo estaba ahora tan preocupado como asustado, sin saber con certeza cómo jugar sus cartas para tratar de salvar a Odile, pero también para evitar que el atentado en cuestión, ya en fase de preparación muy avanzada -para el Día de la Patrona- se consumara, y de esta forma desaparecer todos, cada uno por su lado, del escenario granadino... Cuando, hete aquí, que para complicar más sus preocupaciones, Odile, muy enmascaradamente, le dio a entender que para ella no era un secreto el papel y la misión del corresponsal de 'Le Monde' en Granada. Y que por el amor que siempre, y ahora más, le tenía, le aconsejaba a mi amigo que se guardase de unos y de otros, de propios y extraños, es decir, de ETA, pero también de Ramírez, porque pudiera ser que en el ya cercano atentado contra el alcalde, además de esta víctima, acaso marginal, se buscara principalmente deshacerse de colaboradores maketos no del todo fiables para la causa.Por eso, ahora, mi amigo estaba doblemente asustado. No sólo por Odile, tan enamorado de ella, como por su propia vida, sabiendo como se las gastaban sus jefes. Y así ya tenía la certeza de que sobre su persona, ahora, gravitaban no sólo los ojos de Ramírez sino otros desconocidos de algún agente de ETA, quizá los de la misma Odile , aunque no lo creía. ¿Y la máquina que tenía que acabar con el alcalde, y posiblemente también con Odile y con él mismo, dando señales de estar en movimiento¿ .Por eso mi amigo, aquellos días, cuando desapareció del escenario granadino con Odile a su vera, estaba tan asustado, sin que yo pudiera imaginar como escapó de la ratonera en que se había metido. Pero, unos meses después, me lo tropecé en Londres, y allí me contó el desenlace de esta historia que, por otra parte, ustedes, si les interesa, pueden leer en mi libro 'Bibrambla, mon amour'.

Carlos ASENJO SEDANO.