lunes, 18 de agosto de 2008

LA POSTGUERRA DESDE LOS OJOS DE UN NIÑO

José Asenjo Sedano es un escritor que, al margen de grupos literarios, cuenta ya con una decena de libros de títulos, entre ellos el que mereciera el premio Nadal 1977, "Converación sobre la guerra".


"Eran los días largos", es una novela continuación de aquella por su temática; aquí, los duros años de la postguerra en una poblacioón andaluza, Guadix, que resulta ser también el lugar de nacimiento del escritor. El relato, en primera persona, tiene como autor ficvticios representando a un niño que cuenta su infancia a partir de unos recuerdos que pasarán a lo largo de la historia; los del juego sacrílego del proganista con otros compañeros de la escuela en la Catedral, decapitando santos en la pared de una calle, al mismo tiempo que su madre, "con todo el calor del verano", y para salvar la vida del padre, quemaba estampas de santos.


Los recuerdos del comienzo de la guerra civil constituyen sólo el punto de arranque de la historia, que si tiene como tiempo real los años del hambre de la postguerra, su simbolismo es más amplio: el del hambre se significa en la cita del "Quijote" con se encabeza la novela: "La mejor salsa del mundo es la hambre y, como esta no falta a los pobres, siempre comen con gusto". En efecto, he aquí el efecto motir de un relato centrado en la familia de un sastre, el maestro Nicolás, venido a menos en momento de crisis antes del vestir está el comer. Además, el periodo de la postguerra es la ocasión de proyectar el relato a una segunda perspectiva simbólica, la del ser de España, perspectiva representada en esas fantasías del protagonista en torno a los dos personajes que habitaron la vieja casa donde ahora, destartalada, vive el niño: don Pedro de Mendoza, el caballero "hereje" del siglo XVI por haber participado en el saco de Roma, pero de historia gloriosa por ser el fundador de Buenos Aires; el cura liberal del XVIII que buscó en las "luces" y en la libertad caminos por donde pudiera haber cambiado el signo de nuestra historia contemporánea.




Esta perspectiva logrado en la obra se debe a la categoría del protagonista y al estilo con que la novela está narrada. El protagonista, de una parte, es un niño inocente que cuenta los avatares de su infancia en un marco familiar con rasgos de la penuria de la postguerra: el estraperlo, la falta de trabajo del padre, su inclinación, como recurso, al vino; la tisis, enfermedad vergonzante, etc. De otra, la fantasía desbordante del protagonista ayuda a la proyección de la historia pasada al momento presente, vivido desde los idealismosde la postguerra representados en el padre, un viejo falangista,, y sometidos a la realidad en el obrar y pensar de la madre: "Siempre tuvo mi madre más arrestos que mi padre para andar por la vida. Quizá porque mi madre no tuvo más ideal patriótico que sus hijos. Un hijo (decía) es más que un ideal."...


.lo que te pagan por las cosas que haces -le decía mi madre irritada- es una limosna. ¿No te dfas cuenta de que te roban? Saben que tienes necesidad y se aprovechan de ti. ¿Dónde están los hombres honorables? En este pueblo que tú tanto quieres, todos son unos ladrones. Mucha cruz y mucho golpe de pecho, pero todo mentira. Mentira nada más" (página 80).


Refiriéndonos al estilo, el recurso de presentar el proceso mental-psicológico del protagonista, en numerosos pasajes de la obra, consigue el efecto de que el lector implícito perticipe en el relato y en la experiencia del narrador. Y la experiencia es múltiple; ya nos hemos referido a la histórica, pero es enormemente rica la que alude a la tierra andaluza, centrada en el tema de la emigración de sus gentes: ello es el desenlance de la novela.


..."Todo el campo era plomo. Subimos al tren, y cuando el convoy resopló y se puso en marcha, desde la ventana vimos como el pueblo, los árboles, la gente, los tíos...todo se fue perdiendo para siempre. Era un tren cargado de gente errática que hablaba a gritos de la tierra prometida. Mi hermana, feliz, saltaba y reía. Pronto pasaríamos nuesto mar Rojo: la tierra ocre, la tierra dulce y azulada, el campo verde, las casas, los pueblecitos, la tierra rica, la tierra pobre: vinos, aceites, cereales, las ocho provincias, los dos ríos, la tierra que volaba, volaba...que era la tierra andaluza..." (pág. 172).


Dos aspectos más cabe señalar en esta obra: el lenguaje en que está escrita, poético y afectivo al tiempo,que fuerza al lector a acompañar al protagonista en la dura experiencia de su niñez; el modo de presencia en el libro de José Asenjo, ya que el tiempo de la novela coincide con el tiempo existencial del autor y de su estancia en una ciudad, Guadix, tan vitalmente representada en el relato.


En "Eran los días largos" se nos dan las circunstancias sociales de la postguerra a través de la experiencia de su protagonista: una perspectiva infantil sin odio ni ira, sin militancias ideológicas, pero desde una concepción de la vida donde la familia y los valores religiosos siguen dándole sentido.





(Comentario crítico de María Dolores Asís Garrote, Catedrática de Literatura Contemporánea en la Universidad Complutense, publicado en el periódico YA, de Madrid, e IDEAL, de Granada, septiembre de 1982.


Este comentario se encuentra incluído en la obra "Última Hora de la Novela en España", de la referida catedrática, EUDEMA S.A. (Ediciones de la Universidad Complutense S.A., Madrid, 1990), Págs.358,359,360.)

1 comentario:

Carmen Hernández dijo...

Me gusta eso que dice "mi madre siempre tuvo más arrestos que mi padre..., porque su único ideal eran sus hijos.", desde luego que sí, en eso las mujeres vamos a una, sabemos distinguir en la vida lo que importa realmente y le damos una patada a la política si hace falta, y de verdad que hace falta en los tiempos que corren.