martes, 24 de junio de 2008

ORHAN PAMUK, PREMIO NOBEL 2006




Sensación causó el 10 de diciembre pasado la entrega del Premio Nobel 2006 a Orhan Pamuk, escritor turco, ya internacional, recibido de manos del Rey Carlos Augusto de Suecia: diploma, medalla de oro y un millón de coronas. Discurso muy aplaudido, poético, en un inglés perfecto, agradeciendo los días vividos en Estocolmo, "ciudad de la luz". Desconocido autor para muchos, su obra había sido traducida a nuestra lengua hace años por Rafael Carpintero, reconocida su categoria literaria por la crítica mundial mas solvente y veraz de E·uropa y América. Pamuk es, sin duda, una de las revelaciones, comparable a Borges, de la narrativa contemporánea. Famoso desde la irrupción de su primera novela, "La Casa del Silencio", 1983, pero sobre todo desde los elogios que dedicara John Updike a su segunda novela, "El astrólogo y el sultán". Desde entonces su carrera ha sido vertiginosa, de triunfo en triunfo, valorado como escritor de primera fila en Francia, Alemania, ReinoUnido, Estados Unidos, con estadías en las universidades de Iowa y Columbia, dónde debe encontrarse actualmente.


Fue la novela "Nieve" la que me llevaría a Orhan Pamuk, al descubrimiento de una Turquía frontera de dos mundos contrapuestos, laicismo de estado e islamismo popular que Mustafá Kemal Ataturk, "el perfecto", militar estadista, decidiera modernizar allá por los siglos XIX y XX: política y usos y costumbres, aconfesionalidad, imposición del alfabeto latino, emancipación de la mujer, calendario gregoriano, vestido, sustitución del fez por el sombrero, regimen de partido único, supresión de las escuelas coránicas, etc., no sin la oposición islamisma correspondiente que la novela "Nieve" describe y pone de manifiesto en la ciudad de Kars adónde, despues de años de ausencia, se dirige el viajero K, absorto ante "el silencio de la nieve", paisaje simbólico y singular, clave de la novela, contempla "sentado inmediatamente detrás del conductor del autobús". Ciudad bloqueada por la climotología, aislada, en la que ocurren cosas terribles y decisivas en la vida y cultura del país, sucesos de los que será testigo y partícipe. Se trata de un periodista cuyos encuentros y amores con Ipek y Kadife, hermanas, la represión policial y la resistencia clandestina, le obligará a abandonar el país como, en la vida real, le sucederá al propio Pamuk ante el peligro de ser asesinado, como le sucedió a su amigo el escritor armenio Hrant Dink. Panorama nada fácil en una Turquía que aspira a incorporarse a la Unión Europea (ya lo es de la Otan). La novela es fascinante, muy bien contada, obra de una mano maestra.


Orhan Pamuk nació en Estambul en 1952 en una familia muy conocida en la ciudad. Famoso es el edificio "Pamuk" sobre el Bósforo, estrecho que une las aguas del mar Negro y el mar de Mármara, cuyo primer plano es el castillo de Rumeli Hisar. "En una de las paredes de aquella casa, contará, estaba colgado el retrato de un niño enmarcado en blanco. De vez en cuando mis tíos me señalaban el retrato y me decían sonriendo: Ese eres tú". Así comienza el hermoso relato de su vida en aquella ciudad, espacio y paisaje siempre presente en su obra. Pamuk, antes que escritor, es dibujante excepcional, admirador de Melling, artista alemán de cámara de de la hermana del sultán Selím III. Los cuadernos de dibujo de Melling los editaría lujosamente un tío de Orhan. "Pintar me proporcionaba un gran placer". Pintaba árboles, nubes, pájaros, montañas nevadas. Historias de Estambul, su vida, sus personajes famosos o pintorescos. Las orillas del Bósforo, sus brumas y sombras, aquel litoral decadente de grandes edificios otomanos abandonados y ruinosos. Durante la guerra fría, una noche se despertaría aterrado contemplando la mole gigante de un acorazado soviético que parecía querar colarse por su ventana.Desde entonces, se pasaba la noche contando el número de barcos de guerra que pasaban ante su ventana. Mar silencioso y trágico, sus recuerdos del Bósforo. "Ver el Bósforo siempre me ha sentado bien". Y lo dibujaba con sus lápices de carbón.

Pamuk es también un gran poeta, donde nos habla de la vida religiosa en su casa y de aquellos años de su infancia. Las fiestas familiares del Ramadán y del sacrificio del cordero, su escasa o nula visitas a la mezquita. Sólo recuerda una vez que que una tata de su casa, la señora Esma, muy creyente, lo llevó de niño a una mezquita donde se entretuvo jugando con otros niños. Pero, observador, se dio cuenta de que la mezquita sólo era frecuentada por los más pobres, lo que le hizo asociar ambas cosas...Dios y pobres, dos conceptos que siempre iba unidos. Nunca tendría una idea clara de Dios, nebuloso en su mente. La burguesía turca parecía vivir ajena a lo religioso, quizá consecuencia del laicismo estatal. No sabe. Su idea de Dios, confiesa, es muy vaga, aunque si clemente...Uno de los personajes de "Nieve" aifrmará que su ateismo que el ateismo es imposible en el Islám, que este pertenece al mundo occidental. Un musulmán, aunque sea mal creyente, sabe que Alá está siempre por encima de él...

"Nací en Estambul el 7 de junio de 1952 un poco después de medianoche, en un pequeño hospital de privado de Moda. Nada especial ocurrió ese día, salvo las llamas y cenizas del volcán Strómboli o la guerra de Corea del Norte..."


José ASENJO SEDANO

Artículo publicado en el periódico IDEAL de Granada, 22 de mayo de 2007, revisado por su autor para esta publicación.



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