Cuando empezamos, por el año 70, el asombroso "boom" de los "narraluces", se nos unió Pepe Asenjo Sedano, escritor de Guadix, residente entonces en Cádiz, finalista del Nadal, premio que ganaría años después con su "Conversación sobre la guerra". Azarinesco de espíritu, mimoso del detalle, tierno y leve en sus tremendas gravedades, parecía un desmentido de las durezas de su tierra, aunque quizá, borrando caricaturas, diera mejor que nadie el alma de su gente. Desde entonces, he ido siguiendo con cariño sus novelas, sus ensayos, su poesía. Voluntariamente exiliado de los corrillos literarios, quizá por desencanto o lúcido de tan maduro, sigue, de puntillas como siempre, enredado en literaturas, de cuyas yedras no consigue destrabarse. Ahora nos viene con un libro, "Joan de Dios", un breve y denso texto en el que novela la vida del santo de los locos y de los pobres.
Granada: obra del escultor Miguel Moreno.
Siempre le he temido a las biografías noveladas. Temo que el escritor aproveche a un personaje histórico para amparar en él ideas que no se le pasarían por la cabeza en sus tiempos, ideas del autor que tendrían menos audiencia y autoridad si se presentaran sólo con su firma. Me figuro el síncope de Adriano si leyera lo que a él le ha inventado, la Yourcenar. No niego que el procedimiento es válido,y a veces fructuoso; pero yo tengo cierta alergia a ello, aunque también caiga, de vez en cuando, en la tentación de hacerlo. Pepe Asenjo, sin embargo, ha sido más honesto intelectualmente. No ha puesto en boca de San Juan de Dios ocurrencias asenjianas. Incluso se permite la honradez de subrayar en cursiva las frases auténticas del personaje, para que las distingamos de las suyas. Y eso que las suyas responden a la mentalidad del santo, que inicia, a partir de la página 37, una especie de confesión ante el Arzobispo de Granada, que le visitaba en su lecho de agonía.
El libro huele a Granada. Hay olor de santidad, pero hay olor a Granada. Ahí están el reloj de la Real Chancillería ("en el reloj de la Audiencia", como cantaba Cobitos), la puente del Genil o la del Darro, las lonas del Albaicín, la vega, los silencios, la vieja puerta de Elvira, que cantara García Lorca. Y están también los pobres, los de siempre de Granada, los sufrimientos de la"pena negra". Juan de Dios, "Joan de Dios", como se firmaba, huele tambien a pobre y a Granada. Huele a santo, a denuncia, a portillo de esperanza.
No voy yo a descubrir ahora a Pepe Asenjo, pues su literatura y sus modos literarios son de sobra conocidos. Sigue estado ahí, sin la magia pero con la ternura de su novela "Crónica", la que a mí más me encanta. Sigue con su mimo del detalle, su sencillez, su honradez sin aspavientos. No busca lucimientos personales, sino que se limita a narrar suave y entrecortadamente, como una abuela junto al fuego. Este libro es un buen antídoto para los "narraluces" que abusamos a veces de las acumulaciones barrocas, tan rotundamente nuestras pero tan peligrosas. Escueto en el lenguaje, aunque mimándolo, sobrio en las descripciones, Pepe Asenjo me recuerda a los andaluces del campo, de laconismo certero. No se escucha a sí mismo; sino que escucha el aire, el alma de los otros.
Esa naturalidad se pierde, sin embargo, por su manía de incorporar algunas palabras portugesas a la relación del santo. Dice Asenjo que lo hace como homenaje a la patria del personaje. No me vale esa razón, que no viene a cuento. Resulta algo artificial el darle veracidad al relato con palabras portuguesas, cuando ese mismo relato está escrito en castellano actual, no en el castellano que entonces hablaría el santo. Este es el "pero" que yo le pondría al libro, reproche forzosamente leve, pues las palabras portuguesas no se prodigan afortunadamente.
En definitiva: que hay que felicitar a la Editorial Don Quijote de Granada por haber tenido el buen gusto de publicar el libro en su colección narrativa de "Los libros del curioso impertinente".
Carlos MUÑIZ ROMERO
Comentario publicado en SUR ( Cultural), Málaga, 1 de julio 1989.
De "Joan de Dios", se han hechos dos ediciones. La primera, en la Editorial Don Quijote, de Granada, 1988 (Agotada)
La segunda edición la hizo Editorial Comares, Granada, 2001, y se puede encontrar en cualquier librería.
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