viernes, 9 de enero de 2009

LA CATEDRAL DE GUADIX






Artículo publicado en el periódico IDEAL, de Granada, el día 9 de enero de 2009, firmado por el Prof. Don Francisco Hernández Cruz.





De todos es sabido que las ciudades que son sede episcopal sin coincidir en ellas la capitalidad de la provincia tienen un aire, un algo, un 'tufillo', que diría el castizo, que las definen. Para mostrarlo, ahí están Segorbe, Jaca, Tuy, y tan largo etcétera cuantas las hay en España, para no salir de nuestro entorno sociocultural. En estas ciudades, ¡qué duda cabe!, la catedral suele ser el edificio más importante, el más artístico, el más elogiado y, por añadidura, el más visitado Pero no termina ahí su mérito. Suele constituir, y almacenar, consecuentemente, elementos, de fábrica o no, de gran valor, formando un singular centro de arte en definitiva. Y como tal influye en el pueblo que la rodea, contribuyendo a elevar el nivel cultural de sus habitantes... La que nos ocupa, la de Guadix, ha ejercido esta influencia desde la finalización de sus obras. Ahí está, reconociéndolo por escrito, su ilustre hijo don Pedro A. de Alarcón.
Pero también se dice que una catedral no es tal, no alcanza la "nobleza" que merece su rango en tanto no tiene su testimonio escrito, su "testigo", su libro en definitiva. Pues bien, la de Guadix, desde hace un año, posee su "magna splendore" en forma de una soberbia publicación, profusamente ilustrada con extraordinarias fotografías, en cuya ejecución participaron ilustres personalidades de las universidades españolas, y otros eruditos, todos próximos a la primogénita diócesis hispana. En prácticamente cuantos capítulos conforman tan magna obra se nombra en nota, como no podía ser de otra forma, a otro ilustre paisano, hijo predilecto de la ciudad, al doctor don Carlos Asenjo Sedano.
Y no podía ser de otra forma, decimos, porque este investigador, que podríamos considerar sin error como la "fuente" y "guía" de cuantas indagaciones histórico-culturales se han hecho en la Accitania, ya en 1962, dio al papel "La Catedral de Guadix", trabajo de investigación que, publicado primeramente en la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, de Madrid, le valió, además, el primer premio de monografía histórica de la Excma. Diputación de Granada. En él buceaba el autor, a través de documentos sin clasificar entonces, y que hoy forman parte del Archivo Diocesano, en cuantas vicisitudes recogió la escritura a lo largo de los casi tres siglos que hubieron de transcurrir en su construcción. Desde la Bula de erección, hasta el acta de bendición; desde el inicio de la obra, hasta su culminación, con cuantas circunstancias ¯obra y maestros, relaciones laborales, dinero y su cotidiana falta, materiales y desechos, etc.¯ concurrieron en tan dilatado período; todo estaba allí contemplado. De ahí su ser de "fuente" indiscutible.
Ahora, Cabildo y Obispado, con la colaboración económica de la Fundación Caja Rural, parecen reconocer esa paternidad con la reedición de aquel libro del pasado siglo. Pero en él, el profesor Asenjo Sedano no se limita a repetir lo dicho en el 62 y posteriormente en 1977, sino que actualiza al día la realidad catedralicia accitana, lo que no hacía aquella maravillosa obra que apareció el año pasado Así, bajo su pluma pasan las magníficas imágenes, del joven maestro escultor Ángel Asenjo Fenoy, que van poco a poco completando el vacío que en el coro dejó la desgracia española del 36, y en nota nos informa incluso de las personas que sufragan sus costes. Contempla asimismo la extraordinaria copia de La Piedad que, también destruida (¡y en qué forma!) entonces, en la parroquia de Santiago, señorea hoy su hermosura presidiendo el grandioso trascoro de la catedral accitana. En verdad resulta increíble, para quienes jugamos con aquellos pedazos de mármol, a modo de pelota y canicas, el resultado logrado por las habilísimas manos de la escultora Mª Ángeles Lázaro, quien también es autora de las imágenes, ahora en mármol, que ocupan las hornacinas de la fachada principal catedralicia. Estas imágenes, nos informa don Carlos Asenjo, representan los siete Varones Apostólicos y San Pedro, como el primero de los obispos. Al igual que las anteriores, fueron costeadas por suscripción popular, y también, en nota nos informa de quiénes participaron en la misma. Tampoco ha escapado a la sagacidad del investigador la nueva ubicación del remodelado y coqueto Museo catedralicio, ahora ocupando dependencias, como la sala del "chocolate", anexas al templo.
Pero, además, el avezado profesor nos muestra cómo su labor investigadora no cesa y, como consecuencia, nos ofrece nuevos datos de algunos aspectos ya antes tratados, como la autoría de los cuadros de la girola, por ejemplo.


La nueva edición contiene, sobre la de 1977, una dedicatoria a la esposa e hijo del autor; la cita textual donde el novelista accitano don Pedro Antonio de Alarcón confiesa la influencia recibida de la catedral, una "presentación" del Excmo. y Rmo. Sr. don Juan García-Santacruz Ortiz, actual Obispo Emérito de la Diócesis accitana, y un prólogo del Rvdo. don Antonio Fajardo Ruiz, director del Secretariado para el Patrimonio Cultural de la Diócesis, acompañado todo de un magnífico apéndice fotográfico, que sustituye las otras en blanco y negro que aparecían en la edición de 1977, del que destacamos, por inédita, al menos para quien esto escribe, la fotografía de la cripta de la capilla redonda, de don Tadeo, o de San Torcuato, que de todas estas formas se la conoce.
En resumen: magnífica reedición de una obra que debe enorgullecer a su autor, el dr. don Carlos Asenjo Sedano, a sus múltiples alumnos, hoy también investigadores, que será fuente nuevamente de cuantos trabajos se realicen sobre la catedral accitana, pues la anterior estaba completamente agotada desde hace décadas, y que es clara muestra del tesón investigador de su autor.
Decir, finalmente, que la obra se presentó al público el pasado día 20 de diciembre, sábado, en el salón de actos del Obispado accitano. Allí pudimos dar personalmente el abrazo que, desde estas líneas, enviamos también a nuestro admirado y querido profesor.

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